Mar, 24 Mar 2020, 16:06
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 260. (22 de marzo)
Miau.
No sabiendo por dónde empezar, empiezo por la mitad. Estamos bien, de momento. Y
hasta ahora mi vida no ha cambiado
tanto. Sigo yendo a trabajar, de casa a la oficina y de la oficina a casa, por la mañana y por la tarde, y respetando la siesta, con lo que gran parte del día mantiene la rutina. No tropiezan los niños por el salón ni ensucian el pasillo los perros.
Es un confinamiento rural. Con ventanales con luz y un porche en el que respirar y al que sacar la colchoneta e incluso la bicicleta estática, pero sin vecinos cantando, aplaudiendo o celebrando carnavales en los balcones. Tampoco se me ha privado de mucho por estar el bar cerrado. La reclusión en Carregal es igual de aburrida que la libre circulación.
Después de una semana larga sin dar un palo al agua, sobre todo porque el agua no me ha hecho nada, pensé en calcular la superficie del jardín. Qué enorme es cuando hay que cortar el césped y qué diminuto si quieres correr en él. Perdido como agrimensor (aunque sin Castillo kafkiano), en cada giro el resultado era distinto: los satélites se extraviaban entre el peral, el manzano, el hueco detrás de la furgoneta y el escalón de la puerta principal.
No importa, no es imprescindible la homologación.
El domingo me puse las zapatillas y comencé a rodar. A rodear. Esquivando los agujeros de los topos, las ramas, la manguera, las miradas de los mozalbetes de la finca adyacente. Veinticuatro vueltas, dos kilómetros. Sin pisar la calle.
Otros no pueden. No me quejo.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones