Dom, 10 Mai 2020, 20:50
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 309.
El guardián entre el centeno, por J.D. Salinger.
Volviendo a lo que les iba diciendo, el domingo salimos a correr. Malditas las ganas que tenía de hacerlo, pero hay veces en que a uno no le queda más remedio. De lo contrario la gente empieza a hablar y a criticar, y si hay algo que no soporto es que estén cuchicheando de mí. Claro que tampoco soporto que me ignoren. Es una cosa que me saca de quicio, no sé por qué.
-Oye -dijo Montse-, ¿quieres que guíe yo?
Siempre está haciendo lo mismo, me propone algo que en realidad quiere hacer ella pero lo pregunta como si fuese un deseo mío. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo. Aunque en cierto modo tiene gracia.
-Puede. No lo sé. ¿Por qué?
-Tú fíate de mí.
Eso sí que me irrita, la gente que se las da de interesante y misteriosa y actúa como si supiese mejor que tú lo que te conviene. ¡Jo! ¡Cómo me fastidian esas cosas! Pero al final le dije que sí. En el fondo me daba pena. Y la verdad es que es mejor si me llevan porque me pierdo en todos los sitios, es algo que tendrían que verlo para creerlo. Una vez me perdí dentro de una habitación, estábamos a oscuras y al levantarme choqué contra una pared y ya no fui capaz de encontrar la puerta y tuve que llamar a gritos para que encendieran la luz. Como se lo cuento. La verdad es que fue divertidísimo.
En cuanto salí, me arrepentí de haber ido. Hacía frío y si hay algo que no aguanto es el frío. Se te mete en los huesos y ya no hay manera de sacarlo, y empiezo a pensar en quitármelo a golpes. Además aquel camino estaba de lo más solitario y deprimente.
A los dos minutos Montse ya estaba jadeando. Si les soy sincero, no lo hacía todavía pero se notaba que estaba a punto de jadear. Simplemente se le notaba. Es de ese tipo de personas que mueven mucho los brazos para correr. ¡Jo! Parecía un molino. Iba a decírselo pero después cambié de idea, no sé por qué.
-¿Qué tal vas?
-Hum -respondí. Había decidido no meterme en honduras.
De pronto salió el sol y el día se puso caluroso. Si hay algo que odio es el calor. Se te pega en la piel y no hay modo de librarse de él, en este pueblo cae a plomo sobre uno y te aplasta, es algo realmente asqueroso, no sé si me entienden. Me imaginé con un palo enorme pinchando el sol y reventándolo como un grano de pus. Ese pensamiento me hizo sentir mejor.
-Mira el río -la tía era de ésas que siempre recalcan lo obvio.
Aunque tengo que reconocer que era muy bonito. Habíamos llegado al Lago da Pedra. Supuse que en verano sería muy agradable, pero también supuse que se llenaría de viejos y eso me estropeó la mañana. No es que tenga nada en particular contra los viejos pero los odio, no lo puedo evitar. Sin ningún motivo le entran a uno ganas de romperles la cabeza, no sé por qué.
-¿Qué tal vas?
Y así unas ochenta veces, como si yo necesitase de sus cuidados. Les juro que es más de lo que una persona es capaz de aguantar. Lo cierto es que objetivamente no lo preguntaba nunca, pero se notaba que se moría por preguntarlo. Y si hay algo que no aguanto es que no se interesen por mí. Es una cosa que puede resultar molestísima.
-¿Todo bien?
-Sí, gracias.
Me paso el día entero diciendo gracias sin sentirlo. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo tiene que decir tonterías de ésas. Hablando de vivir, parecía que llevaba media vida corriendo. Montse no decía nada. Es de las que les gusta tenerle a uno de pie horas enteras, puedo asegurárselo. Así que me fui. Cuando quiero puedo ser bastante rápido, en serio.
Un tipo en bicicleta vino de frente. Supongo que se creía un ciclista y todo. Se le notaba muy orgulloso de la equipación. Me dio la risa verlo así de colores y resoplando. Es una cosa graciosísima si se paran a pensarlo. Pero después me puso triste sin comerlo ni beberlo.
Llegando a casa, después de siete kilómetros, me ladraron los perros. Si hay algo que me fastidia de verdad son los perros. Y ladraban y ladraban, y yo les grité, y ellos ladraron más fuerte, y me agaché y cogí una piedra y ya no recuerdo más.
Me encontró Montse sangrando y eso es todo lo que voy a contarles por ahora. Dice el psiquiatra que es un estrés postpandémico y que se me pasará cuando vuelvan las carreras. No hay cosa que me repatee más que un psiquiatra. Los odio. ¿Ustedes no?
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Mar, 12 Mai 2020, 16:37; editado 1 vez