Lun, 22 Mar 2021, 8:21
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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ghose escribió:

entro con temor a ler o teu diario :D, pero "sigues ahí" desafiando a esa motivación minguada (inexistente? improbable? )

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.

Mér, 24 Mar 2021, 19:08
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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¡Qué cosa la tecnología!

Bueno, aún estoy un poco conmocionado, pero, afortunadamente, pude sobreponerme y salir ayer a hacer unos kilometrillos.

Y es que el domingo, a traición, recibí en mi whattsap unas imágenes que, oiga, ni las del Perseverance en Marte.

Eran fotos de una señora. Y podría darles un nombre falso, pero no lo voy a hacer… Llamémosle pues la señora X.

¿Que qué tiene de particular la señora X?

Pues, bueno, no voy a dar pistas lo suficientemente evidentes que den al traste con todo el misterio, piccolo misterio en cualquier caso, pero digamos que es alguien de quien por aquí se habla mucho. Una, por así decirlo, “influencer” del Papalegüense. Influencer que, al menos por ahora, no se ha ido aún a los valles pirenaicos de Andorra la Vella, ni parece tampoco probable que vaya a hacerlo, con o sin Covid…

¡¿En que sitio va a estar mejor que aquí?!

Pues bien, en las instantáneas posaba la señora X con un gato entre sus brazos, un animal ya también metido en años, y todo para más afrenta y escándalo público.
Así que, comprenderéis lo turbado que estoy desde entonces, y la mucha falta que me hace recobrar la forma física y la serenidad.

Yo soy aún para muchas cosas párvulo y tierno infante, y lo único que me delata es el número de bastidor. Señal de que alguna que otra perrería he hecho y sigo haciendo, en la medida de lo posible, pero nada más.
No obstante, ayer, sin ir más lejos, vi la oportunidad de hacer una de mis travesuras.
Era ya tarde, con el parque de la Lonia largo acomodado al crepúsculo, pero la temperatura, inusualmente excelente, invitaba a quedarse más rato, y a desafiar esas oscuridades que tanto me atemorizan otras veces.
Así que, ya prácticamente la noche encima, tiré hacia la parte de arriba, saliéndome antes a la civilización, para luego volver a internarme por uno de sus muchos vericuetos, ajenos a los no iniciados.

El contraste entre la calle, de aceras amplias y bien iluminadas, y las veredas del parque, estrechas y engullidas por una negrura espesa, ya es de sobra suficiente para disuadir a cualquiera que no haya completado correcta y satisfactoriamente el desarrollo de sus atributos viriles, ¡y aun así!
Pues bien, ¿no va y se mete a cañón una muchacha que venía de arriba, corajudamente y sin ningún temor de dios?

¿A dónde va esta insensata? Estaba ya un servidor acogotado, y dudando si no dar media vuelta, cuando asisto perplejo a la jugada.
Bueno pues, egoístamente me dije, vamos allá entonces. Fuera miedos. De las dos cebras ya sabemos cual es la que va a perseguir el león.

Pero entonces, la chavala, que andaba un poco teniente de su sexto sentido, giró instintivamente la cabeza y me vio, y claro, comenzó a apretar el paso. Dentro de su imaginativa, y no sé si muy bien amueblada, cabecita, ya había león del que escapar.

Quién dice león, dice los hermanos Montoya con mascarilla.
Ah, sí, eh? Me dije. ¿Ahora te entra el canguelo? Pues nos vamos a divertir un poco.

Me puse a su estela, eso sí, guardando en todo momento la distancia de seguridad Covid, pero lo suficientemente cerca como para que sintiera mis pasos aproximándose. Nunca más allá de lo que constituiría un casus belli, pero sin soltar la presa.
Y me consta que el chute de adrenalina debió ser de los de mírame y no me toques, y que la señorita, vestida de negro de arriba abajo, en lo que erróneamente consideró suficiente camuflaje, debió pasar un nada desdeñable mal rato.

Durante esos dos minutos de terror ciego, me regalaba a mí mismo la autoestima pensando en que en el caso de producirse un suceso de verdad - ¡Atención, esto no es un simulacro! - siempre podría yo encarnar el papel de héroe en la sombra. De estar en el momento y el lugar adecuado, convertido en retén de vigilancia y rescate.

Pero hasta ahí los valores a futuros, y todo lo que da de sí el guión, llevado a la gran pantalla mental, yo, que me estremezco vivo cada vez que cruje una rama, y que el otro día, por cruzarme con uno al que no vi hasta casi tenerlo delante, casi salto al río.

Como en su día dejó dicho Alfonso XIII: ¡Anda que no se ha puesto cara la carne de gallina!

Terminado todo el tramo en tinieblas, se pasa bajo la pasarela y luego se retoma el camino hacia arriba, en un repecho monstruoso, de puro vertical, pero ya con luz abundante de las farolas del paseo del Miño. Allí, la aventurada joven, había por fin doblado la cerviz, y creyéndose ya a salvo de la amenaza fantasma, trataba de recuperar el poco resuello que le quedaba.
Un entreno de calidad, que me debía, eso seguro.

Llegué a su altura entonces y seguí mi camino, como si nada hubiera pasado, que, en el fondo, es lo que había pasado. Nada de nada.
Aunque no pasan más cosas porque dios no lo quiere. Y la verdad es que, muchas veces lo pienso, cada vez que ocurre algo así, si no me la estaré yo jugando con estas tonterías.

Es tan fácil como que la chica siga luego dando vueltas por allí, a la postre pase algo - algo ominoso - y mañana diga alguien que me vio entrar detrás de ella al parque, perdiéndonos de vista por donde ya sólo la justicia será quién de dilucidar.

Afortunadamente nadie va a la cárcel por intimidar al prójimo, y en los periódicos de hoy, los titulares siguen siendo para las mil y una mociones de censura, que ya no asustan a nadie, de nuestra clase política. Dicho sea, lo de “clase”, con toda la sorna que quepa imaginar.

Pero claro, lo necesitaba. Necesitaba trasladar a una tercera parte el susto que llevaba yo en el cuerpo desde el domingo. Pasar la bola.

No fue poca cosa os lo aseguro, y una persona con afecciones nerviosas, como un servidor, no puede recibir ese sobresalto así, a bocajarro. ¿Qué fue de aquellos letreros que advertían de que lo que va a ver el espectador puede herir su sensibilidad?

No, esto no se me hace. Ya tengo yo una edad que no estoy para navajeros al doblar la esquina.

Pero claro, os hablo de algo de cuya magnitud tal vez jamás podríais ser siquiera mínimamente conscientes, y que sólo viendo lo que yo vi, solo pudiendo posar vuestros ojos sobre esas fotos escalofriantes, sobre el cuerpo del delito, gato senil incluido, llegaríais a interiorizar.

Quizás la única forma de expurgar mis demonios sea publicándolas aquí, compartiendo con todos la visión punzante, inmunizadora y esterilizante, de la señora X. Quizás necesitemos una catarsis colectiva, en estos tiempos que corren, y que no se detienen.

Tiempos desesperados requieren de soluciones desesperadas.

Allá va pues la foto, que vino del más allá al más acá, para martirio de tibios y descreídos.








Ajá, ¿De verdad pensabais que la iba a poner? ¿Y la maldición de cien años a la que me expongo?
No, nunca me lo agradeceréis lo suficiente.

Edito: Al momento de esta impresión, ya os habrá llegado por otros canales clandestinos, pero por lo que a mi respecta, no estaba de Dios.

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.

Mér, 24 Mar 2021, 20:28
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Ay Papa. Leyéndote se me pone el corazón a mil. No por la pobre chica a la que "perseguiste", tampoco por tu integridad al entrar en el Parque de la Lonia. El corazón se me clava a cada párrafo que se pasea haciendo equilibrios por la linea de la corrección.

Que complicada se nos está haciendo la existencia de los puriles de más de cuarenta. Yo siempre pienso en espejo. Soy consciente de que mi presencia en la oscuridad de un parque por la noche puede resultar muy amenazante, y a veces es difícil llevar una linea desenfadada en según que contextos, precisamente por ese efecto espejo. Trato de ser impecable, pero nadie se da cuenta.

Es una escena completamente cotidiana en mi día a día de entrenos, neno.

Que complicada se nos está haciendo la vida a los puretas. Cagontó.

Mér, 24 Mar 2021, 21:37
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Pois xa que sacas o tema, Papa-Léguas, eu debo de ser do mismo rebaño de cebras. Desde a lesión para aquí xa non saio tan cedo, pero eu sempre era das de saír as 7 da mañá ou antes, e meterme polo monte da Guía e por onde cadrada. Sin pensalo moito.
Non sei como reaccionaria chegado o caso se alguén me ven correndo detrás.
Con respecto ao das fotos que te impactaron máis que as de Perseverance, non sabía eu desta túa faceta de impresionable, tan tranquilo e impasible que me parecías

Xov, 25 Mar 2021, 5:51
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Papa-Léguas escribió:

El contraste entre la calle, de aceras amplias y bien iluminadas, y las veredas del parque, estrechas y engullidas por una negrura espesa, ya es de sobra suficiente para disuadir a cualquiera que no haya completado correcta y satisfactoriamente el desarrollo de sus atributos viriles, ¡y aun así! Pues bien, ¿no va y se mete a cañón una muchacha que venía de arriba, corajudamente y sin ningún temor de dios? [---] Quién dice león, dice los hermanos Montoya con mascarilla. Ah, sí, eh? Me dije. ¿Ahora te entra el canguelo? Pues nos vamos a divertir un poco. {---] Y me consta que el chute de adrenalina debió ser de los de mírame y no me toques, y que la señorita, vestida de negro de arriba abajo, en lo que erróneamente consideró suficiente camuflaje, debió pasar un nada desdeñable mal rato.

Máis alá da anécdota e fotos impactantes , hoxe o teu relato ponme triste pola descrición e contexto do mundo en que vivimos, e iso que temos sorte do cacho de mundo no que nos cadrou nacer/vivir. O subtexto estremece(me).

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Est.2008

Xov, 25 Mar 2021, 18:09
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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freakyrunning escribió:

Soy consciente de que mi presencia en la oscuridad de un parque por la noche puede resultar muy amenazante,

Bueno, yo nunca me he sentido amenazante para nadie, al contrario, tengo más alma de presa que de depredador.
De todas formas, habiendo tanta pista iluminada para correr, meterse por lo oscuro es, admitámoslo, querer tentar a la suerte.

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Xov, 25 Mar 2021, 18:11
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Meigalicix escribió:

Con respecto ao das fotos que te impactaron máis que as de Perseverance, non sabía eu desta túa faceta de impresionable, tan tranquilo e impasible que me parecías

La exploración espacial me cambia el temperamento.

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Xov, 25 Mar 2021, 19:16
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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ghose escribió:

Máis alá da anécdota e fotos impactantes , hoxe o teu relato ponme triste pola descrición e contexto do mundo en que vivimos, e iso que temos sorte do cacho de mundo no que nos cadrou nacer/vivir. O subtexto estremece(me).

Comparto a tua tristeza dende o punto de vista do subtexto que mencionas, pero a realidade é teimuda.



¿No eran os finlandeses, tan aplicados e estudiosos, o exemplo a seguir de todo fillo de veciño?

Na miña opinión, o máis intelixente e non meterse nun parque a oscuras, no carallo vintenove, porque eu o valgo!

Mulleres empoderadas sí, pero con xeito...

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Sáb, 03 Abr 2021, 17:20
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Feijóo dice so y Sánchez dice arre, y en el medio, atrapados en un vacío legal, en tierra de nadie, nos quedamos los runners deseosos de, por un lado, cumplir con la ley, estatal y autonómica, y por otro, desterrar a la odiosa mascarilla de la república independiente de nuestras vidas deportivas.

El quién manda más, si San Pascual Bailón en los resorts del paraíso, o Rouco Varela en su lujoso ático del centro de Madrid, no es acertijo fácil de desentrañar para alguien como yo, de limitadas nociones teológicas.

Y claro, con este lío de proporciones bíblicas, que no hay que olvidar que estamos en semana santa, por poco que se le parezca, lo único que cabe es una solución salomónica: Ponerme el bozal a ratos... Ahora sí, ahora no… Ahora lo ves, ahora no lo ves…

Lo que, dada mi deplorable forma física, no es un alivio menor.

Además, a la falta general de tono, hay que añadir la sensación de hallarme en una de aquellas persecuciones de los dibujos animados de Hanna Barbera, en las que pasaba el mismo fondo en bucle infinito por detrás de Yogui y Bubu. Siempre el parque de la Lonia, siempre el paseo del río… Se cansa uno de dar vueltas, y más vueltas, sin salir de Jellystone.

Claro que esta vez hubo algo inesperado. En uno de los giros por el Parque (no nacional, y aún así a mascarilla quitada), me crucé con matogrosso, y chocamos las palmas. Menos mal que somos convivientes.

Pero enseguida nos volvimos a perder de vista. Algún día se aclarará el misterio de por qué damos las vueltas en sentido contrario, y quién de los dos es el que contraviene la ley de Coriolis. Otra ley que, como se ve, también se presta a la interpretación del populacho y las masas ignorantes.

Al final resultaron de todo ello unos poco lustrosos, pero suficientes, dadas las circunstancias, 7’25 kilómetros.

En mis tiempos de estudiante de bachillerato un 7’25 no era una notaza que digamos, pero servía para cerrar muchas bocas. Lo malo, es que yo, en conciencia, sé que he hecho un examen de pena, y que he aprobado porque se trata de la asignatura de Religión. Y porque hay más fe que matemáticas en los planes de estudio papalegüenses. Que es lo que me salva del suspenso, pero no, paradójicamente, de repetir curso.

Afortunadamente no soy como Eufemiano Fuentes, que se deprimía en la Universidad, cuando después de atiborrarse de anfetaminas, no le daban la matrícula de honor.

Ufe, hombre, si ya lo dices tú mismo, que de un burro no se puede hacer un caballo de carreras!!!

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Dom, 11 Abr 2021, 15:08
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Seguimos. Esta palabra, solo esta, creo yo que resume perfectamente la situación mía, como runner, y la del diario.

Y solía ser cosa grata coger un domingo por la mañana e ir a estirar las piernas, que generalmente coincidía con los fines de semana sin carrera, y venía siendo una ocasión relajada y de recapitulación.

Pero no lo es ya más. Con las piernas desacostumbradas a los grandes volúmenes, a las cargas de esfuerzo y a discutir primacías con archirrivales, esto ya, ni se le parece.

A veces pienso incluso que llevara la suspensión hidroneumática de un troncomóvil, tal es la dificultad para moverme, la falta de “flow”. Cada zancada convertida en un pequeño gran sacrificio… Por supuesto, ni a plantearme llego el imprimir aceleraciones a mi ritmo, ya de por sí lo bastante lacerante.

Pero bueno, entre tanto sufrimiento, al menos ahí está el Parque de la Lonia - ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo - en el cual la primavera ya se ha hecho con su localidad de asiento.

Pues sí, un año más, también en plandemia, la susodicha ha venido, y nadie sabe cómo ha sido. Que no es el caso del Corte Inglés, que sin duda conoció épocas mejores, y también de un servidor, incluso bíblicamente, ahí donde usted me ve.

Y claro, ya que no nos queda otra cosa, al menos podemos admirar, y arrobarnos con, la belleza de la naturaleza. Que bien poca cosa es, o al menos en cuanto a lo que le supone a nuestro bolsillo, tan retraído él.

Claro que el cuerpo, que no entiende, ni le gusta mucho, la poesía, y vive solo pendiente de ir quitándose de encima los kilómetros, al menos hasta alcanzar una cifra lo mínimamente decorosa, rápidamente me obliga a salir de allí, y a regresar a la mascarada de la locura cotidiana.

Atrás dejamos, bien apisonado y en perfecto estado de revista, el trayecto de 7 kilómetros y 650 metros, satélite arriba, satélite abajo.

Y bueno, puede, por lo que estoy comprobando, que a mi cuerpo no le reporte progresos excesivos – tal como está la cosa, no se pueden pedir peras al olmo – pero al menos, estos entrenamientos, me traen paz de espíritu.

Hubiera gustado de traer conmigo el móvil y retratar, a lo Freakyrunning, los truños del arte fallido (pintadas, grafittis, mobiliario urbano venido a menos) de mis andurriales por Sparkland, no se vaya a pensar nadie que nosotros somos menos transoceánicos, eh?, pero salí con poco tiempo; incluso para agarrar el azadón mágico de Dumbo, better known as, sacho.




Vandalismo del bueno.

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.

Dom, 11 Abr 2021, 17:52
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Hazlo Papa, pega fotos, si sabes. Recuerdo como si fuera hoy, una en Sparkland, una pintada, de mis épocas de estudiante, en la zona del Puente. "Eres el gran sol que acaricia mi rostro". Esa estaba muy bien puesta, empezabas la subida desde el centro comercial y te la topabas de frente en un solar.

Sparkland cuna de poesía.

Después esta Montealto: "Pelirroja Merchi, cuanto menos sabes con quien te acuestas, más te gusta". Me costó pillarle la profundidad a la cuestión, esa es un poco más contemporánea.

No dirás que no os echo un cable. Yo siempre tirando contra Mordor.

Dom, 11 Abr 2021, 21:38
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Pues lo he de hacer. Sí. Un reportaje fotográfico de mis lugares de culto rupofóbico, tótems no deseados y demás.
Me pareció una buena idea cuando lo vi en tu diario, y desde luego, en eso no te equivocas, en Sparkland tenemos escuela propia y material en abundancia.

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.

Sáb, 17 Abr 2021, 9:41
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Cuando acabe la pandemia todo, espero, volverá a ser como antes.

Cuando acabe la pandemia, será raro, eso sí, no toparse con el paseo del río de bote en bote, abarrotado de caminantes, familias enteras, transitándolo en amor y compañía.

No tendré que esforzarme en esquivarlos, ni tendré que convertir mi mascarilla en un modelo cabrio de ocasión, con la manivela echa ya unos zorros de tanto sube-baja.

Cuando acabe la pandemia, dejaré de ser como Cristiano Ronaldo, más rápido zigzagueando, que Usain Bolt a escape libre, que al menos eso se dijo en su día, verdad o mentira de las gordas, en la prensa especializada.

Cuando acabe la pandemia yo no sé si seguiré yendo al parque de la Lonia, donde se puede manejar la distancia social más cómodamente, pero de dónde han huido todos los conejos, ante la afluencia masiva de expatriados del bar Manolo.

Cambiaré de rumbos, seguramente. Me atreveré a meterme por sitios en los que a la vuelta de la esquina no me pueda sorprender, sin margen de maniobra, una ancianita sin vacunar la segunda dosis de Biontech.

Cuando acabe la pandemia, eso sí, confío también en poder escribir más y mejor en el diario. La motivación, y con ella de la mano, la inspiración, retornarán a sus niveles precovid. Recuperaré mi voz, antes de que termine como la de ese Miguel Bosé mefistofélico, juzgando el bien y el mal en el mundo desde lo alto de un rascacielos de ciudad de México, de plano apapachada.

Cuando acabe la pandemia… Bien. Este era el último “cuando acabe la pandemia” que me quedaba. Sí, he decidido deshacerme de todos ellos ya, de un tirón. Eran un pesado lastre.

O tal vez no. ¿Se corre mejor con ellos o sin ellos? Difícil cuestión.
Pero ahora ya está. Me he liberado de su pernicioso influjo.

No es una rendición, pero puede que me haya acostumbrado a no tener que, un domingo cualquiera, echar las tripas por cuatro caminos de cabras, donde el Ceferino perdió la boina, porque algún otro infeliz, me quiere robar la merienda.

Que no se puede hablar de alta competición, ni media, ni baja, pero para los que somos de una edad ya, resulta difícil encontrar tallas, y menos que sienten bien.

Tal vez resulte al final que esto de tanto echar de menos las carreras sea calidad de vida. ¡Hereje! ¡A la hoguera!

Sí, la celda de aislamiento ha conseguido ablandarme. Hablaré. Confesaré todo lo que sé sobre los grandes misterios de la pandemia, y por qué Miguel Bosé, que ha venido de otro mundo para salvarnos de nuestras miserias, no se pone la mascarilla…

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Sáb, 17 Abr 2021, 9:42
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Cuando acabe la pandemia, todo, espero, volverá a ser como antes.

Cuando acabe la pandemia, será raro, eso sí, no toparse con el paseo del río de bote en bote, abarrotado de caminantes, familias enteras, transitándolo en amor y compañía.

No tendré que esforzarme en esquivarlos, ni tendré que convertir mi mascarilla en un modelo cabrio de ocasión, con la manivela echa ya unos zorros de tanto sube-baja.

Cuando acabe la pandemia, dejaré de ser como Cristiano Ronaldo, más rápido zigzagueando, que Usain Bolt a escape libre, que al menos eso se dijo en su día, verdad o mentira de las gordas, en la prensa especializada.

Cuando acabe la pandemia yo no sé si seguiré yendo al parque de la Lonia, donde se puede manejar la distancia social más cómodamente, pero de dónde han huido todos los conejos, ante la afluencia masiva de expatriados del bar Manolo.

Cambiaré de rumbos, seguramente. Me atreveré a meterme por sitios en los que a la vuelta de la esquina no me pueda sorprender, sin margen de maniobra, una ancianita sin vacunar la segunda dosis de Biontech.

Cuando acabe la pandemia, eso sí, confío también en poder escribir más y mejor en el diario. La motivación, y con ella de la mano, la inspiración, retornarán a sus niveles precovid. Recuperaré mi voz, antes de que termine como la de ese Miguel Bosé mefistofélico, juzgando el bien y el mal en el mundo desde lo alto de un rascacielos de ciudad de México, de plano apapachada.

Cuando acabe la pandemia… Bien. Este era el último “cuando acabe la pandemia” que me quedaba. Sí, he decidido deshacerme de todos ellos ya, de un tirón. Eran un pesado lastre.

O tal vez no. ¿Se corre mejor con ellos o sin ellos? Difícil cuestión.
Pero ahora ya está. Me he liberado de su pernicioso influjo.

No es una rendición, pero puede que me haya acostumbrado a no tener que, un domingo cualquiera, echar las tripas por cuatro caminos de cabras, donde el Ceferino perdió la boina, porque algún otro infeliz, me quiere robar la merienda.

Que no se puede hablar de alta competición, ni media, ni baja, pero para los que somos de una edad ya, resulta difícil encontrar tallas, y menos que sienten bien.

Tal vez resulte al final que esto de tanto echar de menos las carreras sea calidad de vida. ¡Hereje! ¡A la hoguera!

Sí, la celda de aislamiento ha conseguido ablandarme. Hablaré. Confesaré todo lo que sé sobre los grandes misterios de la pandemia, y por qué Miguel Bosé, que ha venido de otro mundo para salvarnos de nuestras miserias, no se pone la mascarilla…

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.

Mér, 21 Abr 2021, 22:18
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

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Evidentemente hay cosas que duran menos, como la independencia de Puigdemont o la Superliga de Florentino, pero no por ello puedo yo dejar de afligirme de lo poco que me aguanta a mí en sus cabales la forma física.

Pero como supongo que no me pasa a mí solo, pues me callo, y sigo disciplinándome en la medida de mis posibilidades, entreno aquí y entreno allá, para llevar una línea medianamente aceptable; incluso en los días de lluvia, como hoy, todavía a mitad de semana y ya pidiéndole a la fuerza de voluntad una respuesta en mojado muy por encima de sus caballos fiscales.

Y para no variar me fui a visitar, cómo no, el parque de la Lonia, hoy sí, todo para el menda. Una vuelta al circuito interior y otra más amplia borneando el perímetro externo. Sí, habéis leído bien, borneando, puesto que, con la lluvia y la vegetación exuberante, y yo devenido en aborigen no contactado, era el paisaje mismito, tal cual, de la isla de Borneo.

Me imagino que sería por el peso del agua acumulada entre las ramas, pero por algunos sitios hasta me tuve que agachar, cosa inhabitual, si quería pasar, y siendo poco probable que yo haya crecido, a lo alto.

Salieron así unos 6 kilómetros y medio. No gran cosa, pero desde un punto de vista positivista, he de admitir, que poco sufridos, y si acaso más disfrutados que otras veces.

Por supuesto, y ya que iba solo, me puse la mascarilla de barboquejo desde bien pronto, y es que una atmósfera limpia y endorfinas frescas son una tentación a la que es muy difícil resistirse.

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.