Dom, 23 Ago 2009, 8:02
Asunto: Re: PEDRO NIMO Y SUS COJ...DIGO,SU PROFESIONALIDAD
Me he levantado con esta noticia en La VOz y, con permiso del autor la pongo aquí. Solo decir que se me ha puesto la piel de gallina. Mi más ferviente aplauso Sr. Nimo. Has dado un gran paso de valor que confío te ayude muchísimo en futuras competiciones. Eres grande, enhorabuena...
«Me quería morir, pensé que no llegaba»
Infiltrado y con molestias desde el kilómetro 6, el santiagués Pedro Nimo cuenta su odisea para finalizar, cojeando media carrera, el maratón. En la meta no podía ni andar
Autor:
Pedro Nimo | Maratoniano gallego que participó en el Mundial de Berlín
Fecha de publicación:
23/8/2009
Volver Acabar sería poner una pica en Flandes, me decían los médicos y los fisios de la selección. Parecía imposible que con mis problemas de espalda y con la pubalgia pudiese llegar a la meta, pero en Berlín no corría Pedro Nimo, sino la selección española, por eso llegué. Aunque la verdad, no sé cómo [lo hizo en el puesto 67 con un tiempo de 2 h 36 min 39 s.
Porque desde el kilómetro seis todo fueron problemas. Ya me habían avisado de que la infiltración que me hicieron la víspera para aliviar el dolor [llevaba quince días con problemas de espalda y una pubalgia] no iba a hacer efecto, y así fue. Desde el principio tuve molestias y no pude correr cómodo, en parte porque al modificar la técnica apareció una pubalgia que me contracturaba la pierna izquierda y solo me permitía correr con la derecha. Eso provocó que en vez de mantener mi zancada acabé dando pasos cortos que lo único que hacían era triturarme más y me hacían cojear. Todavía no sé cómo acabé. Durante muchos momentos tales eran el dolor y la frustración que lloraba y corría con la cabeza baja.
Maldito adoquín
A medida que pasaba la carrera iba cediendo en los ritmos y en los tiempos de paso, pero el principal problema que tenía era cuando había alguna subida o bajada y sobre todo el adoquín de ciertas partes del recorrido.
No pensé en abandonar una sola vez, sino mil veces, pero no podía hacerlo. No corría yo, sino mi equipo. Si llega a ser cualquier prueba me hubiese parado al instante, pero esta vez lo único que podía hacer era tirar para adelante. Avanzar, aunque con zancadas muy pequeñas.
No puedo decir lo que sentí cuando cruzaba la línea de meta. En Viena estaba contento y con mucha alegría, pero en Berlín era un dilema. No sabía si llorar o retorcerme de dolor. Lo único que puedo decir es que me siento orgulloso de lo realizado, aunque suene un poco pedante. Me sentó muy bien la felicitación de mi entrenador [Manuel Pascua] porque sé que es una persona exigente y no lo hubiera hecho de no merecerlo.
De la meta a la cama
Nada más entrar en la línea de meta me cogieron los médicos y los fisios de la federación. Estoy fatal, no puedo ni andar y me han llevado a cama para que me eche una buena siesta y comience a recuperar, pero en la camilla ya le he dicho a Pascua que dentro de poco tiempo estaré corriendo otro maratón y entrando en la línea de meta media hora antes, aunque ahora lo primero es disfrutar de unas vacaciones.
Por cierto, no me ha gustado nada la puerta de Brandemburgo, pero prometo volver para ver si le cojo el gusto. Ayer bastante tuve con cumplir el objetivo. Acabar.