Mar, 13 Abr 2010, 10:35
Asunto: Re: Las Crónicas de la Vig-Bay III
DIARIO DE UNA MEDIA MARATON
Me levanto a las 7:30 de la mañana, he dormido bien, desayuno bien, me relajo un poco antes de salir hacia Samil. El día amanece soleado y parece que va a ser caluroso, mala señal, porque el entrenamiento se ha hecho todo con frio y lluvia.
El dolor en el abductor de la pierna derecha sigue ahí, antes de salir de casa le aplico antiinflamtorio.
Comienzo con la hidratación justo antes de salir de casa, en torno a 1,5 horas antes de la carrera.
Llego una hora y quince minutos antes para encontrar sitio donde aparcar y entregar la ropa en el guarda ropa. Después me encuentro con los compañeros de equipo.
Comenzamos a calentar cuarenta minutos antes de la carrera, en torno a quince minutos, después unos pequeños estiramientos.
Parece que el dolor con el calentamiento ha desaparecido, pero todavía estoy con la mosca detrás de la oreja porque el musculo puede romper en cualquier momento.
Salida a la hora prevista, salgo bien, cojo el ritmo enseguida, adelanto a varios corredores, no controlo el tiempo en los dos primeros kilómetros, parece que todo va bien, voy con el grupo de cabeza, la pierna se comporta y no noto molestias.
Controlo el tiempo por primera vez en el kilómetro tres (10´17´´), demasiado rápido, pero voy bien, sensaciones buenas, vuelvo a controlar en el cinco, después de subir el primer repecho (17´30´´), voy a una media de 3,5 el kilómetro y las sensaciones son buenas, bebo agua, muy poca (puede ser el primer error). Mi pensamiento es primer cuarto de carrera pasado sin problemas, es increíble pero lo que me sigue preocupando es el estado de mi pierna derecha y si va a aguantar.
Sigo adelante, remonto más posiciones, paso el segundo repecho y llego al kilómetro siete (25´), la subida ha pasado factura, llego al 7,5 donde están las esponjas, me refresco, empiezo a notar el calor, miro hacia delante y veo lo que llega ahora, hasta el 10,5 todo subida y que calor hace.
Comienza lo duro, me arrimo a las zonas donde todavía da la sombra para no tener tanto calor, parece que voy subiendo bien, aunque en el ocho el crono a marcado 29´ son cuatro minutos el último kilómetro, lo achaco a la subida, sigo hacia arriba, me ha cogido un compañero, me pregunta a cuanto voy, le digo que a 1 hora 15 minutos, pero que si seguimos así es para 1 hora 13 minutos, nada más lejos de la realidad. El me dice que el ritmo es bestial, que en el diez deberíamos descansar un kilómetro, yo le digo que lo llevo bien.
Llegamos al diez (36´30´´) el tiempo se me ha ido a la mierda, tenía que haber pasado en menos de 36´, esto no marcha, bebo agua, parece que voy bien, pero es entonces cuando cambia todo, no puedo seguir el ritmo del compañero, de repente he notado como me invade la fatiga, no sé que pasa, empiezan a pasarme más corredores, voy sufriendo muchísimo. Llego al once no se que tiempo marco, lo que si se es que me están cogiendo muchos corredores, trato de seguirlos pero no aguanto ni cien metros detrás de ellos. Creo que esto me hunde psicológicamente.
Llego al doce (44´), voy hundido, pienso en que tengo que aguantar hasta la playa América, a ver si me puedo recuperar en la bajada y bebiendo algo de agua en el quince, pero todavía quedan tres kilómetros para eso. Sigo perdiendo posiciones, esto me hace tanto daño como el calor que hace. Noto las piernas pesadas, incluso noto malestar en el estomago, la boca esta seca, no tengo saliva, ahora ya no me acuerdo del dolor de mi pierna derecha. Ya no miro el crono, prefiero seguir y que sea lo que sea, voy con la cabeza agachada mirando al suelo.
Poco antes de la bajada hasta playa América, me animan, me coge otro compañero y me anima y trata de llevarme, voy un rato con él, justo hasta el quince (55´32´´) ahí me deja, no puedo seguirlo, además me siguen pasando otros corredores.
Todavía quedan seis kilómetros, estoy hundido psicológicamente, esta claro que cuando la cabeza no va, lo demás tampoco, y mucho menos las piernas.
Parece que el agua que he bebido ha hecho efecto y noto algo de frescura, eso me anima, incluso parece que voy reduciendo la distancia con los de adelante, trato de animarme, miro hacia la línea de meta, que se ve adivina desde donde estoy, parece mentira que hasta allí todavía queden cinco kilómetros.
Llego al dieciséis, ya no miro el crono, aunque este tramo lo he pasado un poco mejor, pero solo es un espejismo, la fatiga vuelve y vuelve mucho más fuerte, por primera vez pienso en abandonar, voy de nuevo seco, la cabeza solo piensa en lo que queda, que va a ser un infierno, sufrir por sufrir.
Kilómetro diecisiete, ya llevo más de una hora corriendo, quedan cuatro kilómetros, no son muchos pero es un mundo en el estado en el que voy, la gente me anima: “venga campeón que ya queda poco”, “venga que ya esta hecho”. Enrabietado solo pienso en que se pongan ellos a correr y yo animo, desde luego que desagradecido soy, pido perdón por ello, pero como ya he dicho la cabeza no va. En el 17,5 de nuevo esponjas para refrescarme, cojo una y me la escurro toda en la cabeza, trato de coger otra pero no puedo. Ahora la sensación es que no voy a llegar, que me voy a caer en cualquier momento.
En el dieciocho veo a un compañero de los buenos (aquí todos somos buenos, desde el primero al último, porque hay que tenerlos bien puestos para hacer esta salvajada), va hundido igual que yo. Lo alcanzo y voy con él, nos acompaña un espontaneo del publico que parece que conoce a mi compañero, nos va marcando el ritmo. Un poco más adelante veo a otro corredor que se ha parado, entonces el pensamiento de abandonar me viene a la cabeza más fuerte que nunca, pero es ahí donde aparece una cosa que se llama orgullo, el orgullo de los cojones, siempre tocándome las narices, hay que acabar como sea, aunque te tengan que llevar para casa en ambulancia. Pienso que ojala me diera un tirón o un calambre y tuviera que abandonar, aunque sé a ciencia cierta que ni por esas abandonaría, seguiría arrastrándome hasta la meta, el orgullo. Mis temores de antes de la carrera, el que pudiera romperme, se han convertido en mis amigos, en el fin de mi sufrimiento.
Pasamos el diecinueve, ya solo faltan dos, cálculo que serán unos ocho minutos corriendo, me parece un mundo, solo pienso en que en el veinte vuelven a dar agua, tengo que llegar como sea. Me sorprende que todavía no me hayan pasado algunos de los corredores que deje atrás al principio y que suponía que iban a estar conmigo, seguramente, esto será igual de malo para todos.
Por fin llego al veinte, cojo la botella de agua y casi me la bebo entera, escucho los gritos de la gente anunciando que viene detrás de mí la primera chica, me pasa muy rápido, ni siquiera hago el intento de seguirla. Estoy esperando a que el agua haga su efecto, de momento me pasa otro corredor, a este lo aguanto, no mucho porque todavía no veo la meta.
Por fin ahí esta, la meta, acelero, para llegar, incluso puedo coger al de adelante, eso me da igual, tengo que llegar, tengo que llegar. Se acabo, se acabo el sufrimiento, 1 hora 19 minutos y 33 segundos sufriendo.
Cojo la primera botella de agua que me ofrecen, el primer chico de los que recogen el chip me dice que se lo puedo dar a él o que si no más adelante, la expresión de mi cara debe de ser horrible, para que hasta él se compadezca de mí. Yo le digo que lo coja, que solo hay que cortar la brida. Sigo adelante, cojo otra botella de agua y algunas cosas más para reponer fuerzas.