Ven, 16 Abr 2010, 8:00
Asunto: Re: Las Crónicas de la Vig-Bay III
Domingo, 11 de abril de 2010. Dos y media de la tarde en el puerto de Panxón.
- Cánto tempo sin vir por aquí.
Me dice Manolo, camarero del bar, al que hace muchos años, me acerco cada vez que quiero comer frente al mar, los mejores pescados que he probado nunca.
- E lojo, ¿qué che pasou?, ¿operachéste da perna, rapás?
- Non home, non. É, que veño de correr á Vig Bay.
- ¿Á Bimbai?
Manolo no sabe lo que es la Vig Bay. Su sonrisa socarrona, mientras se lo explico, delata sus pensamientos, al ver a entrar a un antiguo cliente que está cojo por “andar correndo os cás por ahí adiante”.
- ¿Desde Vijo?... Ti, toleache.
Y tiene razón,… con respecto al tiempo. Hace algo más de un año estuve en el mismo lugar.
También estaba cojo, incluso más, y había hecho 16 minutos menos que hoy. Tenía más dolor y, me creía, sin embargo, satisfecho por haber bajado 5 minutos, la marca del año anterior, corriendo lesionado ya de salida.
--------------
-------
A las diez de la mañana llego con mi mujer y mis hijos a Samil. He dormido muy poco. No doy llegado a la Kedada y, por un momento, me asusta pensar que es posible, que, entre la multitud de corredores, no sea capaz de encontrarme con mis compañeros de equipo: Pájaroazul, Oscarourense y Pipe, es decir, Pablo, Oscar y Felipe.
Correteo bastante nervioso calentando, hasta que los veo. Oscar, ante su primera participación, tiene dificultades hasta para hacer aguas y, el tiempo se nos echa encima.
Pipe y Yo, nos colocamos en la salida, frente al banderín de 1:45. Aparece Pablo, al que aún no había visto, que baja a saludarnos desde su posición más adelantada. Me alegro de verlo. Es curioso pero, casi somos los últimos de un pelotón de más de 3000 corredores. No oímos el disparo, bocinazo o señal de salida pero comenzamos a andar. Recorremos los 200 metros hasta la línea andando despacio, en casi 3 minutos eternos.
Por fín estamos corriendo, mirando al suelo para no pisar al de delante. Hacemos el primer Km. en más de 5 minutos y, nos damos cuenta que realmente hemos salido muy atrás, es decir, muy pocos habían respetado las marcas de salida.
Pipe, aquejado de periostitis y con escasos entrenamientos en los últimos dos meses, tenía la esperanza de poder llegar en un tiempo de 1hora 45 minutos, aunque sospechaba que sería difícil, entrar en el rango de 1 hora 50 también le valdría
. Por mi parte, mi tercera participación, con 1:48 y 1:43 los años anteriores, estaba claro que esta vez, con casi total ausencia de entrenamientos durante la temporada, limitándome exclusivamente a la participación en poco más de una docena de carreras, debido, gracias a Dios, a exceso de trabajo, cualquier marca sería buena. No obstante, como soñar no cuesta, intentaría llegar con Pipe a Baiona.
Medio en broma, medio en serio, (Esprintes inde nai, es el nombre de nuestro equipo), habíamos acordado, si llegábamos juntos, disputar al sprint una cena por todo lo alto.
En eso estábamos, transitando por el km 5, después de haber zigzagueado y cambiado el ritmo bastantes veces para adelantar y llegar a la posición que nos permitiera correr a 5 min./Km.
El día era espléndido de sol y de luz, casi sin viento. Correr por Samil, El Bao, Canido, Saians, Ver las islas de Toralla y las Cíes, la Ría de Vigo… es una gozada que no se puede explicar, hay que hacerlo.
Correr un medio maratón a una temperatura, en algún momento superior a 25º, después de un duro invierno de frío y agua, que nos acompañó hasta hace un par de días, es otra historia.
Impecable, el primer avituallamiento en forma de botellines de agua es, literalmente abordado por todos los corredores que, nos damos cuenta enseguida que hoy, el calor que tanto deseábamos algunos, iba a ser peligrosamente determinante.
Sin embargo, me encuentro bien. Noto, a diferencia de otros años que las cuestas me cansan un poco más pero, lo achaco a la falta de preparación. Pipe, se mantiene a mi lado controlando ritmos y tiempos con su forerunner, o como se llame el artefacto. Empiezo a pensar que, aún sin entrenamiento, con la experiencia de varias docenas de carreras, entre ellas un maratón, será suficiente para llegar en el tiempo previsto.
A mi modo de ver, la logística de esta carrera es impresionante. Motoristas, ciclistas, ambulancias, voluntarios, fotógrafos, policía, guardia civil, señalización… hacen que te sientas un corredor importante corriendo por ejemplo, una etapa del Tour de Francia.
Cada 5 km, avituallamiento de agua y en el medio de cada uno, acertada entrega de esponjas empapadas, entregadas por voluntarios, en su mayoría niños y niñas que se emplean tan a fondo en su labor, que me emociona verlos trabajar tan profesionales.
Había notado una “cargación” en el gemelo de la pierna izquierda, soportable pero, en el Km. 9, noté un agudísimo pinchazo. Tuve que aflojar el ritmo para controlar el dolor. No se trataba de un calambre, lo sabía. Pipe, mantuvo su ritmo y, se fue alejando no sin mirar constantemente hacia atrás, haciendo amago de quedarse conmigo. Le dije que tirara. No sabía si podría llegar. Tenía a mi mujer y a los niños en Playa América. Sin pasión alguna, me concentré en encontrar un ritmo de carrera que me permitiera llegar corriendo a la meta, incluso me entretenía pensar si llegaría fuera de control.
Fueron pasando los kms. El dolor era muy fuerte pero, al ritmo que corría, se podía aguantar. Me pasaban oleadas de corredores. Los conocidos se extrañaban de verme tan, tan lento. En ningún momento tuve necesidad de andar. Pasé mucho calor. En algún avituallamiento, pillé dos botellas de agua y me las echaba por la trasera de la pierna izquierda. Alguien puso una ducha de campaña en la carretera, desde su casa y, me supo a poco. El dolor se hacía más intenso y me concentraba en seguir corriendo. En la bajada hacia Playa América, una chica con una manguera-ducha era el centro de atracción.
La recta de la playa. En el medio, estaban mi mujer y mis hijos. Tenía argumentos para justificar tanta espera. No hicieron falta. Los que hace tiempo les “raya” que vaya a tantas carreritas populares, esta vez estaban animándome. Mi hijo me dio una botella de isotónica y mi hija, ya una jovencita que “pasa” bastante de su padre, me animaba a seguir mientras se afanaba en sacar fotos. A mi mujer también la vi “entregada a la causa”. Quizás fuera el calor. No sé.
La isotónica me sentó bien. El dolor era más vago. Poco a poco incrementé el ritmo y, empecé seriamente a pensar en llegar con una marca “decente”. Fue entonces cuando me dí de cuenta de que mucha gente ya no corría. Unos caminaban y corrían alternándose, otros caminaban con paso vacilante y alguno se sentaba al borde de la carretera.
En la recta de la Ramallosa, las sirenas de las ambulancias alertaban de que quedaba lo peor para todo el que se había esforzado más de lo debido. Vi a más de un corredor totalmente desvanecido sobre el asfalto, a algunos caminar como zombies y…confieso sinceramente que no sentí ninguna pena. En todo caso, emoción, algo de egoísmo, contento de no verme en su caso… no sé explicarlo. Eso sí, deseo que todos se hayan recuperado y, si alguno de ellos lee este panfleto, se esté ciscando en mi madre.
La llegada a Baiona, desde la Ramallosa, se me hizo mucho menos dura que otros años. Lógicamente, había hecho 11 kms. a un ritmo tan lento que, conservaba bastante fuerza aún.
No sentía el dolor. En el último avituallamiento, Km. 20, apuré el botellín de agua y me dije: “vamos a correr a tope”. Adelanté a decenas de corredores. Por la derecha, por la izquierda. Me metí en el carril habilitado para vehículos, pasé entre dos corredores que iban juntos. Era consciente de que estaba haciendo el lelo pero, también lo era de que me quedaba muy poco para disfrutar de la carrera que más me gusta.
Pancarta de meta a la vista. El marcador electrónico señala 1 hora 59 minutos 40-41-42-43…. segundos. Tengo que volver a salirme al carril de la izquierda si quiero cruzarlo antes de las 2 horas. Vengo revolucionado. Zancadas largas y rápidas. Un corredor entra al trapo, y disputamos 30 metros a todo ídem. Cruzo antes que él y por debajo de las dos horas. Tiempo neto 1:57:25.
Me encuentro con Pipe nada más cruzar la línea. Había entrado 30 segundos antes. ¡Qué pena de sprint nos perdimos! Llego hasta la zona de avituallamiento, más que ampliamente surtida, cojo un botellín de agua, me adentro en la pequeña playa del Parador y, sin quitarme las zapatillas me meto en el agua. Pudo haber sido peor. Estoy contento, tranquilo.
Había dejado el día antes una bici atada a un árbol para regresar a Playa América. Me doy cuenta de que casi no puedo andar. El dolor en el gemelo es ahora insoportable y se refleja ahora en mi cara cuando, entre la multitud me encuentro con Pablo.
- Me voy, ya hablaremos.
-----------------------
--------------
Le pido a Manolo otra jarra de Alvariño mientras veo, a través de los cristales un hermoso día de verano en Panxón, en pleno mes de abril.
- A prosima ves que corras a Bimbay, chama antes home.
- ¿Por qué o dís?
- Para avisar un veterinario, por si ves escarallado.
Me dice el muy cabrón elevando un poco la voz para el descojone del personal.
- Non cho vou decir.
- Ai sí. ¿E por qué non?
Porque, Manoliño querido, a mí no me gusta presumir.
----------------
----------------
Esprintes inde nai - ORT (Ourense Running Team)
Grelos, sexo, e muiñeira.