Sáb, 13 Set 2014, 21:27
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Primer año del gato. Día 69.
Las Cumbres Borrascosas de Toroña, donde el Yeti no quiso vivir porque le quedaban muy a desmano.
Planteamiento.
Ganar los amistosos está bien, pero el partido es hoy. Por si la cosa se pone fea llevo un Plan (llamémosle A por rigor taxonómico): subir en zigzag hasta convertir el kilómetro de ascensión en una media maratón casi llana (hoy el único objetivo es no caminar; ni competir ni disfrutar ni gaitas). El Plan B, despreciar la hipotenusa y dar cuatro pasos horizontales por cada paso vertical, parece estar reñido con la realidad física (¿pleonasmo?). Para próximas ediciones propongo tirar del Plan E, a saber: construir un ascensor con fondos públicos.
Nudo.
Llego temprano, veo la primera parte del Barça, tomo unas claras y me zampo un bol de patatillas. Necesito un nutricionista, yo no envié mis naves a luchar contra los oligoelementos. Subimos, me doy cuenta de que me he olvidado el chip y tengo que alquilar uno, cogemos el dorsal en la meta y bajamos caminando porque el autobús no aparece. Voy bastante cojo de una pierna. Entre la fascitis residente y un pinchazo en el gemelo de visita desde el miércoles, la izquierda está que da pena, pero pensé: Podemos. Reflex Reflex Reflex y doy unos paseos por Tomiño para calentar la zona (me refiero a la zona de la pierna, no soy tan sexy).
Seis menos diez, seis, seis y cuarto, seis y media. Los autobuses no están o no caben o no son suficientes o tienen accidentes. Los atletas llegan corriendo desde el alto para poder llegar a la salida. Siete menos cuarto. Nos ameniza la espera un personaje local hasta que se lo lleva la policía. El Reflex ha perdido ya sus propiedades como un zumo de naranja que se deja olvidado (lo dicen las madres). Arrancamos. ¿De verdad?
Hace calor, era un día más para despedir el pseudoverano desde la playa que para meternos por rampas del 30%. Esta vez no me voy a dejar arrastrar por el pelotón, tan magnético él, para llegar con fuerzas a la falda del monte. Voy muy despacio y lleno de molestias y no disfruto nada de la carrera. Empieza la ascensión.
Desenlace.
La gente que está a mi alrededor y hasta donde puedo ver va toda caminando, pero toda. Soy el único que se empeña en correr. Voy contando adelantamientos. A los 35 me vengo abajo, necesito un compañero que me lleve, me siento hasta raro por no andar. Tiro la toalla. Después vuelvo a rodar, vuelvo a caminar, y ya hasta meta. Muy mal, objetivo no conseguido.
Poco después de cruzar nosotros la organización decide poner un camión ocupando la calzada, los últimos tienen que entrar por un huequecito que les queda. Qué falta de respeto, increíble. Para acabar de alegrarme la carrera, me entero de que detrás de mí algún participante comentaba:
Mira, ése va corriendo. Ya ves, para lo que le vale. Es lo que me faltaba por oír en las carreras en Galicia. Le confirmo a Isaías que voy a Donostia con él y busco vuelos para la media maratón de París.
Epílogo.
Llego a casa y un gatito (un microgato) está asustado delante del portal. Me acerco, se asusta más, y empieza a trepar por la pared vertical, ¿cómo lo harán? Es tan pequeñito que al final se cae, lo cojo en el aire y me suelta un mordisco que casi me arranca un dedo. Porque, hora es ya de confesarlo, lo mío con los gatos gallegos es un amor no correspondido. Con los de fuera es otra cosa, habría que investigar esto.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Dom, 17 Mai 2015, 22:46; editado 1 vez