Xov, 25 Xan 2018, 15:06
Asunto: Re: El Diario Peregrino de Larpeiro
@Pollastre: no hombre, no, manadas de perros salvajes no
pero por algunas aldeas por donde pasa el Camino si que me ha coindicido algunas veces encontrar una panda de perros pequeños de parranda.
@Yomismo: gracias por el cumplido, aunque sé bien que solo soy uno del montón: mediocre, solo bueno en atraer situaciones extrañas durante mis entrenos. Escribir se me da mejor que correr aunque eso no quiere decir que se me de bien. Lo que quiero decir es que si empiezo hoy a aprender macramé, mañana se me dará mejor el macramé que correr porque aunque me gusta mucho correr, se me da mal.
Ya que mencionas lo de escribir, quiero aprovechar para reiterar el agradecimiento a tod@s por los mensajes de bienvenida y mencionar que creo haberos leido a tod@s en más de una ocasión. Hay de todo, diarios concisos, extensos, de tiempos y medias, de todo menos de correr y un largo etcétera. Como dice Corrin, todos son interesantes. Dicho esto, he de reconocer que hay algunos, que digamos no me importaría leer un libro escrito por parte del autor de tan bien escritos me parecen.
@corredor 101: dicen los rumores que no solo los perros están mejor educados en Dinamarca, que las personas también. Quedo a la espera de confirmación, aunque me vale el silencio administrativo: si no lo niegas, lo doy por cierto.
3. DAVID EL GNOMO
Tocaba un rodeje "largo" con cierta chispa, intentando hacerlo progresivo. Con el tiempo amenazando un diluvio y una llovizna incipiente no parecía el mejor momento para tirar millas. Pero me animé, mirando de soslayo a las pesas y tratatando de convencerme de que ya las haría mañana. La llovizna empezó a arreciar un poco, pero fue solo un espejismo, volvió a quedar en cuatro gotas. Olvidando ya las preocupaciones por si me caían chuzos de punta, tras unos tres kilómetros me di cuenta de que el día iba a ser anodino. Ni peregrinos (lo normal en esta época) ni corredores (lo normal a secas) ni perros (dentro de la normalidad aleatoria que me arroja una pandilla o ninguno).
Pero no, me crucé un chico corriendo, con mejor cara y ritmo que yo. Tras el pertinente saludo, sigo y un poco más adelante topo con un señor paseando un perro de tamaño medio tirando a pequeño, con correa y educación. Sin anécdotas y sin peregrinos, probablemente estaría tirando de hemeroteca de sucesos contando alguna batallita pasada peeero: al acercarme a un puente (de esos con carretera por encima)... ¡había dos peregrinos debajo!
Me acerco, los veo, desaliñados, morenos de pelo abundante y enredado, ropas oscuras, pantalones cortos. Me fijo en el que parece el peregrino alfa y sus facciones son de orejas grandes y nariz ancha. Están sentados sobre sus mochilas y cuando me acerco dispuesto a saludar ¡oh, sorpresa, son tres! Hay un niño de diez años o así, rubio de mejillas sonrosadas y tez más clara, que supongo estaría cavilando sobre Mendel y los genes recesivos.
Saludo, me contestan no muy convencidos y sigo mi camino. Me da por pensar (peligro) y noto que me recuerdan algo. Caigo en que me traen a la mente a trolls, escondidos de la escasa luz solar. Me refiero a los trolls de David el Gnomo (no del Señor de los Anillos).
Termino mi entrenamiento apretando un poco y deseando ducharme. Me sigue costando mucho pillar un ritmo decente. Vuelvo a pensar en los "trolls" y el niño. ¿Habrán llegado al albergue? Y caigo en que tenían uno a tiro de piedra. Bueno, no querrían dormir en ese, me digo. Pero si esto fuera una serie de tv, el niño estaría dando vueltas en un espeto asándose a fuego lento mientras los trolls babean y discuten el aderezo.
No ha dado para mucho, pero he exprimido mi único encuentro con caminantes como he podido.
Lo escribo con humor, ya que los peregrinos cuentan con mi respeto y admiración y no es mi deseo faltarles al respeto.
Ningún peregrino fue dañado o maltratado durante la redacción de este diario.