Mér, 29 Ago 2018, 20:41
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Quinto año del gato. Días 50 y 51. (25 y 26 de agosto)
LA CASTRELÍADA
CANTO I
Canta, Diosa, de esos hombres y mujeres tenaces que peregrinaron larguísimo tiempo y padecieron gran número de trabajos por el parque que llaman de Castrelos. ¡Insensatos!
Como el burro que atado a la noria gira y gira siempre en el mismo sentido, ignorante del mundo, así rodaban uno tras otro sin descanso. Y los Olímpicos los observaban y meditaban su ruina, pues no les habían ofrendado nueve toros ni vestidos ni oro.
Pero decidme ahora, Musas que lo presenciáis todo, mientras que nosotros oímos tan sólo de rumores y nada cierto sabemos, cuáles eran los nombres de esos valientes.
Mandaba el equipo el irreprochable Dani Slump, domador de gatos, viajero y escriba, de hermosas piernas y delicadas manos. Y su fiel compañera Montse, de brazada poderosa, de las tierras de Tomiño que son fértiles en kiwis y parcas en saludos. Y los Boucidas Jose Antonio el primogénito y Nando, de alegre cáracter.
Del norte, donde llueve mucho y nadie es forastero, venían el prudente Ángel Lihto y el magnánimo Fran Maseda, superior en estatura a cualquiera salvo al atrocísimo Abel Caballero que sujeta los mares y manda en los puertos, y también Laura Amina, de delgada cintura, del país de los lotófagos que no comen carne.
De los que habitan en Torneiros era caudillo Moncho, inmolador de cerdos. Y de la ciudad de los olivos habían acudido la divina Paula, de cabellos de fuego, y el ilustre Eugenio Chamorro, fabricante de barcos, cuya mirada torva espantaba aun a los más osados, y Suso Sonsuso, el de los pies ligeros y los ojos claros, con el cuerpo joven lleno de energía, y por último el caro Óscar Sanmikel, de rubias hijas, montador de carpas, proveedor de alimentos, infatigable, veloz como pocos.
Y se hacían llamar los Jackbauers y el polvo se levantaba a su paso.
CANTO II
Y el excelente Xabi, el mejor de los Melidenses, les otorgó sus favores y dioles hermosas túnicas. Y Slump, de muchos recursos, puso en ellas sus nombres para infundir terror en sus enemigos. Y se lavaron en unas bañeras bien pulidas y fueron ungidos con aceite, y se vertió agua de lavamanos en bello jarro de oro sobre fuente de plata. Y Moncho el trinchador les sacó platos de abundante carne de bueyes y bebieron crateras. Y prepararon lechos y sillas provistas de purpúreos tapetes.
Y semejaban dioses. Pero olvidaron los sacrificios, los votos agradables y las libaciones, y no echaron las primicias al fuego. Y Zeus, que mora en lo alto, se enojó contra ellos.
CANTO III
Pero ayudadme, Musas, a contar quién más allí se hallaba. A la muchedumbre no podría enumerarla ni nombrarla aunque tuviera diez lenguas.
De naranja vestían los bebedores de cerveza, de costumbres groseras, y su capitán era el más atrevido de ellos. Y los Taninos, del país de las alfombras florales. Los ceñudos baioneses, veloces y feroces, de cuyas mujeres algunos dicen que parecen invisibles en carrera y visibles después.
La Boucida María, rápida en la risa y en el llanto, de fácil baile, bendecida de amigos. De tierras albariñas habían acudido tantos que formaban varios equipos. Y los mariscadores, de rojo y negro, de imparable expansión.
El elegante Bargiela mandaba a sus gentes. No estaban el dorado Nimo ni Elías, de cabellos plateados.
Y muchos más, hasta sobrepasar cuatro veces diez: los cazadores de fantasmas, los corredores en la sombra, los compostelanos de Noitebra, y muchos otros. Y tres veces diez eran los esforzados solitarios.
CANTO IV
Dinos, Musa, de cómo el apóstata Slump incurrió en la ira de Zeus. Y el Cronida ordenó a Apolo de esta manera:
- Escúchame, Portador del arco de plata. El apóstata Slump ha incurrido en mi cólera y deseo que sea castigado para que conozca el temor. Y pues los males continuados que le envío a sus rodillas no lo detienen, lanza tus flechas contra su compañera Laura Amina, de delgada cintura.
Y Febo Apolo disparó sus flechas, pues ningún dios puede oponerse a Zeus, e hirió con ellas a Amina en la pierna y rompiole las fibras. Como la cuerda de un puente que soporta pacientemente durante años el peso de los jinetes y los bueyes de rotátiles patas y las gordas cabras hasta que un día se parte y los arrastra a la corriente del río, así rompieron los filamentos que tan buen servicio prestaban antes.
Y Amina lloraba copiosamente ardientes lágrimas, y los demás se arrancaban los cabellos con las manos, todos excepto el Boucida que ya no los conservaba.
CANTO V
Y habló Óscar:
- No nos lamentemos más y aprestémonos a participar como mejor podamos. Pues la Aurora, de los rosados dedos, hija de la mañana, está distante todavía y no conviene mirar demasiado lejos sino al momento.
Dijo así, y sus palabras a todos placieron. Y comenzó el Boucida Jose Antonio, y con él Paula, de hermosas mejillas. Y les siguieron el esclarecido Dani Slump y la intachable Montse. Y el gatuno exclamó:
- ¡Pluguiera a los dioses darme fuerzas en este trance! No por mí sino por mis irreprensibles compañeros, por no verse perjudicados. Y si así les pluguiera a los dioses, les prometo solemnes sacrificios: cada jefe de los que aquí mandan entregará una oveja con su corderito y además renunciaré con gran dolor a los torneos de montaña, que tan caros me son, así como a los de Meaño y Redondela, anfitriones apreciados por mí.
Mas no le plugo esta petición a Zeus tonante.
Así como se arrastra la tortuga por un campo abrupto e irregular bajo el sol, así corría el ilustre capitán.
CANTO VI
Y acomodose ante Suso, abrazó sus rodillas con la mano izquierda, tocole la barba con la derecha y tomando aire dijo con suaves y astutas palabras preparadas para conmoverle:
- Ve tú.
Y fueron Óscar Sanmikel, Fran Maseda y Suso Sonsuso y arremetieron contra los rivales, llenándolos de pavor, tanto sobresalían en la carrera, y los enemigos huyeron con gran alboroto, se dispersaron por las cóncavas carpas y se produjo un gran tumulto. Como las gacelas escapan a la vista del león y eligen direcciones distintas para mejor despistar a la bestia insaciable y no por ello logran guardar la vida pues es ley que el rey de la naturaleza consiga su presa, así los tres Jackbauers causaban estragos sin fin.
CANTO VII
Y Afodrita, la de la bella corona, en forma visible sólo para él, se dirigió al gatuno Dani Slump y le susurró:
- Escucha ahora tú lo que voy a decirte: llegarán las Bikilas, de hermosas trenzas y piel morena, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Haz pasar de largo a tu equipo y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil para que escuches complacido la voz de las Bikilas.
Y el irreprochable Slump les habló así a los Jackbauers:
- Escuchad ahora la predicción que es preciso que conozcáis, pues es mandato de una diosa: llegarán las Bikilas, de hermosas trenzas y piel morena, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Haremos pasar de largo a nuestro equipo y, derritiendo cera agradable como la miel, untaré los oídos de mis compañeros para que ninguno de vosotros las escuche. En cambio, a mí, que nada más tengo sentidos para mi fiel Montse, de brazadas poderosas, no me atéis ni tapéis los oídos sino que iré libre y no os cuidéis pues no prestaré ninguna atención a la voz de las Bikilas.
Y al instante ordenó su fiel Montse, de brazadas poderosas:
- Atad bien fuerte a este irreprochable, y si suplica apretadle todavía con más cuerdas.
Y fue así que gracias al ingenioso Dani, fecundo en ardides, pasaron de largo sanos y salvos.
CANTO VIII
El rizado Moncho, de fuerzas crecientes, el animoso Nando, de buen estómago, el nervioso Eugenio, de natural disperso, el tranquilo Ángel, de risa discreta. Las hazañas de los Jackbauers de hermosas grebas se recordarán mucho y largo tiempo.
Y anunció la veloz Paula, de ojos de novilla:
- Hermanos, llegada es la hora de mi retirada. Cumplida la tarea, lamento dejaros antes de la aparición de la Aurora, de rosáceos dedos, mas ése es mi destino.
Y sus compañeros se arrancaban los cabellos, salvo el Boucida, y se revolcaban en el polvo, y Slump más que ninguno.
CANTO IX
Pero Palas Atenea, compadecida de los desvelos del capitán, tomando la forma del magnánimo Tiojuan derramó el dulce sueño sobre sus párpados, diciendo:
- ¿Quién te ayudará más que yo? ¡Nadie!
Y Dani durmió ajeno a las fatigas del mundo. Mas al despertar de pronto en un lugar extraño, agitado, incapaz por un instante de valerse por sí mismo, vinieron a su mente las palabras de la diosa y gritó:
- ¡Que Nadie me ayude! ¡Que Nadie me socorra!
Nadie le auxilió.
Y la noche transcurría y ya Helios, que alumbra a los mortales, se aprestaba a alzarse. Y los Jackbauers seguían corriendo y sólo cuatro equipos les aventajaban.
CANTO X
Y Poseidón ordenó a la poderosa hechicera Circe, hija de Helios y de la oceánide Perse, que buscase al equipo cuyo capitán se llamase Dani, para ofrecerles un plato de bienvenida hecho con harina, miel y queso, y darles a cada uno una copa de vino: pero el vino estaba mezclado con drogas que llevaban a quien lo bebía al olvido de su patria. Tan pronto como hubieran bebido, Circe los tocaría con su varita y, en un abrir y cerrar de ojos, se convertirían todos ellos en cerdos, conservando, sin embargo, el pensamiento y el espíritu humanos, y los llevaría entonces a sus pocilgas y les daría para comer bellotas, fabucos y otras cosas de las que suelen darse a los cerdos. Tal era el deseso del colérico Poseidón.
Mas el sagacísimo Slump, avisado por Hermes, se disfrazó sin esfuerzo de anciano polvoriento y sudoroso, y saliéndole al paso a la maga engañó a Circe con estas palabras:
- Oh, poderosa hechicera, hija de Helios y de la oceánide Perse, si buscas al equipo cuyo capitán se llama Dani, como podrás comprobar fácilmente, en esa carpa naranja los hallarás, y aunque vienen del país de los bebedores de cerveza no harán desprecio del vino, pues son de costumbres groseras.
Ocurrió así que la maga Circe, tomando un Dani por otro, convirtió en cerdos a los Beer Runners, aunque en verdad poco se notó el cambio.
¡Oh, muy astuto Dani Slump!
CANTO XI
Entre la llanura litoral y las tierras altas se halla el pueblo de los morañeses duchos en el arte de espetar, y el excelente Manolo les acaudilla. Son gratos a Zeus por consagrarle anualmente una sacra hecatombe de ciento cincuenta carneros. Y violes el que impera en las batallas y amontona las nubes y deseó su victoria sobre los impíos Jackbauers, y les inspiró a que los acometieran. La Aurora, con su azafranado velo, se esparcía por todas partes. Y pensó el largovidente:
- Así como el día se renueva, del mismo modo les daré frescos bríos. Y a los otros enviaré fatigas que atenacen sus músculos.
Y notaron los espeteros que el vigor volvía a sus carnes, y que no se cansaban. Pero los audaces Jackbauers no se rendían. Y pasó la mañana y Helios brillaba sobre mortales e inmortales. Y el Olímpico dio fuerzas a los de Moraña para que ninguno de aquéllos se les adelantara. Pero los aguerridos Jackbauers no se rendían. Y removiose inquieto Zeus en su trono.
Mas al fin el irreprochable Slump alzó los brazos y gritó:
- ¡Amigos! Cese esta batalla de hermano contra hermano. Ciertamente a los morañeses les aman los dioses, y yo creía que se jactaban de ello vanamente. Nos alegramos de su victoria, pues nos unen muchos lazos. Disfrutemos ahora juntos de lo que resta de carrera y regocijémonos.
Y todos se holgaron de la renuncia y se abrazaban y lloraban lágrimas de alegría.
CANTO XII
Pero el que se complace en lanzar rayos fruncía el terrible ceño, y Hera la venerada le preguntó:
- Oh, Fulminador, ¿qué es lo que te aflige? Todo ha salido según tus deseos.
Calló todavía Zeus, y respondió:
- Sí, Esposa, es cierto. Pero he comprendido algo: contra la tenacidad humana los propios dioses luchan en vano.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Xov, 30 Ago 2018, 20:09; editado 2 veces