Mér, 12 Xuñ 2019, 16:06
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Quinto año del gato. Día 338. (9 de junio)
Romper, romper, quizás no haya roto nada, pero de la sacudida que le he metido al cuerpo sigo tres días después con el escape suelto y traqueteando, un foco apagado, una puerta que no encaja al cerrar, una luz de aviso de avería permanente. La pelvis está descuajeringada, ¿quién la cuajeringará? El cuajeringador que la cuajeringue, buen cuajeringador será.
Claro que sabía que era prematura una media maratón. Mientras no hagan carreras a medida para mí habré de atenerme al calendario existente y valorar: consideré venido el momento de aumentar distancia, de probar no tanto las fuerzas como la voluntad, de exigirme determinación. Si no iba preparado, tampoco inconsciente.
Hay quien tiene un talento natural y todo le es fácil, y es envidiable; hay quien supera sus carencias con trabajo, ejercicio, disciplina, sacrificio, y es meritorio; y por fin hay quien simplemente es tozudo, y ése es el que disfraza sus penurias de épica de baratillo.
Y así fui a Caminha a apretarle las tuercas a mi tozudez por ver qué nuevas agonías (y algún provecho) salían de ello. Y vaya si salieron.
Aplaudía cada kilómetro, plas plas, con ánimo de fraccionar el infinito en tramos abarcables. El ritmo constante, la elegancia menguante y el dolor creciente. Montse delante, al alcance e inalcanzable. Pensando sólo en llegar al próximo pitido del reloj, incapaz de olvidar lo mucho que faltaba todavía, decidido a no detenerme pese a las trampas topológicas -las cuestas que en la ida subían, subían también en la vuelta-, decidí volcar mi archienemistad en un tal Moratos (según rezaba su camiseta) que, precediéndome, se me hizo odioso por sublimación de lo que ocurría en mis ingles: las rozaduras que el pantalón, ignorando la vaselina preventiva o habiendo hallado el modo de sortearla por mutación textil, me causaba en los muslos.
Un extranjero (más extranjero que los portugueses) gritó Go go Dani! (
gou gou deni). Pasé por segunda vez a una tramposa que recortaba. En el cielo colgaban dos arcoíris, como si estuviésemos en Tatooine y sus dos soles. El de aquí, cuya puesta prometían con la inscripción, no acababa de tumbarse sobre el mar. Y yo sólo quería terminar y echarme en cama. Vaciaba botellas de agua por la cabeza, apretaba los dientes, vigilaba que las piernas, en carne viva, no se hubieran aserrado por completo, raaas, raaas, raaas, y continuaba. Tozudo.
Las cañerías del tiempo estaban atascadas y éste no transcurría. Goteaba. Ploc. Ploc. Las estalactitas se formaban con paciencia geológica y yo seguía vagando por las carreteras de Caminha de lado a lado.
Dieciocho, plas plas, diecinueve, plas plas, ¡veinte!, plas plas. Aceleré, gané tres o cuatro puestos, rebasé a una pareja de chicas (Fooooorça! Toooo!) y en silencio, por no darle pie a un sprint, a Moratos, y entré en meta en una hora y cuarenta y ocho minutos y dos llagas y fosilización de la región sacra, que ni a la acera podía acceder para coger una naranja, pero con el puño en alto, celebrando. ¡Vamooooos!
- ¿Celebrando qué?
- Si te lo tengo que explicar, no lo vas a entender.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Xov, 13 Xuñ 2019, 22:31; editado 1 vez