Xov, 28 Nov 2019, 22:15
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 145. (28 de noviembre)

Se podría pensar -y no equivocadamente- que no entreno mucho, pero os aseguro que preparo a conciencia los maratones y que me los tomo muy en serio. Hago lo posible y más para llegar a ese día en las mejores condiciones ambientales, y por tales entiendo: anímicas, emocionales, mentales. Que son las que al final me llevan al destino.

Cada uno de los gestos y esfuerzos y minutos y búsquedas y averiguaciones y conversaciones va encaminado a crear el imaginario, a reforzar la impresión de gran acontecimiento, a elevar las expectativas, a anticipar el momento. Soy el destinatario de mi propia campaña de marketing.

Y todo suma, todo es el viaje.

Los vuelos, los alojamientos, las excursiones, la planificación de las fechas para evitar el jet lag, el calendario de rodajes, las medias previas para las tiradas largas, el tren desde Kioto, dónde y cuándo recoger el dorsal, la camiseta y la cinta con mi nombre, la carrera de la víspera, el disfraz, los horarios, los clubs locales para confraternizar allí, los nipones con los que mantengo contacto para vernos en la ciudad, el hachimaki que compraré, los puntos en los que me ha de esperar Montse, la élite con la que nos cruzaremos, los vídeos con las experiencias de otros participantes, mis ojos húmedos por las lágrimas de desconocidos, los registros de Berlín, Londres, Nueva York y Chicago subidos a la página de Abbott, las medallas guardadas, las fotos enmarcadas, la simple idea de juntar las de los seis majors en la pared, la cuenta de las semanas, las dudas logísticas, el traslado a la salida, el regreso desde la meta, si las voluntarias son abrazables sin un excesivo choque cultural, las palabras que aprendo para agradecer al público, y si animarán o no, las guías del país, incluso los restaurantes japoneses que probamos, y hablar, hablar, hablar, hablar de ello, informar al mundo, aunque el mundo no me lo pregunte, que en febrero nos vamos y que el uno de marzo correré el maratón de Tokio, el uno de marzo, Tokio, Tokio, ¿Tokio?, ¡hala!, ¡sí!, no dejar de decirlo, no dejar de recordarlo. Vivirlo ya e intentar compartirlo y que los demás lo vivan conmigo.

Ése es el entrenamiento principal. El que logrará la magia. El que espantará a los fantasmas.

Y después el secundario, el de los kilómetros. Que hoy fueron sólo tres (aún no he empezado el plan) porque el piramidal derecho no está para bromas, y si lo está entonces soy yo el que no le ríe las gracias. Y no puedo pasar el Reflex en el avión.

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Xov, 28 Nov 2019, 23:34
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Xov, 05 Dec 2019, 23:41
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 147. (30 de noviembre)

Seré raro pero cuando me gusta un sitio suelo volver a él repetidamente, mientras que evito con habilidad los que me desagradan. Manías de cada cual. ¿Así que de nuevo en Ginebra? Pues sí. ¿Y no te cansas? Avisaré si me fatigo.

Donde nos acogen tan bien que estamos pensando en adelantar a mayo la escapada del año próximo. Invitados a cenar raclette (queso fundido que se echa en el pan) y a comer fondue, que es su reverso (el pan que se moja en el queso fundido), a tomar una cerveza en el atmosférico bar del museo de H.R. Giger en el Château St. Germain, a conocer -como Charlie aunque sin los Oompa Loompa- la fábrica de chocolate Cailler, a visitar el pueblo de Gruyères y su producto más famoso, que en Suiza y en la realidad no tiene agujeros y en Francia y en el imaginario sí. Por suerte, esos atracones fueron después de la carrera.

La Vieille Ville es una ciudad para pasear, de relojeros, de anticuarios, librerías y galerías de arte, de adoquines, de maestros del dulce, de bonjours y mercis y de croissants. No nos metimos en el Lemán porque según Heráclito no es posible bañarse dos veces en el mismo lago y porque no nos ataba ninguna promesa. Y el sábado por la mañana nos acercamos al Promenade des Bastions.

No contaré de la perfecta organización, de las muchas salidas y pruebas distintas a lo largo de dos días, de los cañonazos, de la historia del asalto de las tropas y la marmita de mère Royaume, de los jugadores de rugby, las pasarelas, los casi cincuenta mil participantes, la fiesta, las pantallas, el ambiente en la carpa. Todo ha sido contado ya en anteriores ocasiones.

Por fin, tras un intento fallido de calentar a la intemperie con retirada deshonrosa, nos tocó entrar en acción a la una y veinticinco. Colocados al fondo del primer cajón, los más lentos del grupo, vigilábamos la cuerda que nos separaba de la cabeza del segundo, los más rápidos del suyo. Y con la proverbial puntualidad helvética sonó el disparo y arrancamos cuesta arriba, y apenas alcanzada la mitad de subida oímos gritar a Isaías, espantado: ¡ya vienen, ya vienen! No negaré que lo abandoné allí. La última imagen que guardo de él es su camiseta roja a punto de ser aplastada por una estampida de búfalos.

La Course de l'Escalade es divertida, variada, retorcida, rompepiernas, siempre animada. En novecientos metros, tres bandas de música. Y nunca me habían acentuado tanto. Bgavó Daní, supégb Daní, alé Daní. En los cuatro minutos del vídeo aplaudo, saludo y soy felicitado sin parar. Y es que ahora que corro más despacio que nunca (sólo un poco más despacio) disfruto enormemente, y me alegro de entenderlo y vivirlo de esta manera.

Es ésta una de las celebraciones deportivas populares más grandes de Europa. Y está a un vuelo directo y muy económico de distancia.

Os la recomiendan estrellas de la televisión y la prensa gráfica.





Gracias, Manolo, Celina, Víctor, Manu, Amélie.

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Ven, 06 Dec 2019, 19:48
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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DoctorSlump escribió:

Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 147. (30 de noviembre) ...Invitados a cenar raclette (queso fundido que se echa en el pan) y a comer fondue, que es su reverso (el pan que se moja en el queso fundido)...

Yo de toda la vida en la raclette el queso se lo eché encima a patatas cocidas (que se sirven sin pelar)
Aún conservo la máquina (35 años tiene, y aún furula). Hay que darle uso este invierno...

Por lo demás, gran crónica, como de costumbre, me alegro de que te lo hayas (os lo hayáis) pasado tan bien . Me están entrando ganas de ir a Ginebra en otoño-invierno, que en verano ya la tengo muy vista...

Ven, 06 Dec 2019, 22:00
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Moito mellor comendo algo quente da cunca, que en albornoz á beira do lago, onde vai parar!... Da gusto veros

Sáb, 07 Dec 2019, 7:57
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Yo vengo a hablar de mi queso...ya que lo has sacado tú...tiene razón Lemos y la raclette es algo más que queso con pan, yo le pongo patata cocida, huevo y fiambre. Con toda la parafernalia del aparatejo como para quedarte en un bocata de queso fundido. Luego hay que ventilar un mes, porque ese queso parece inofensivo, pero no lo es.
El año que viene avísame, que igual me acerco...me ha entrado el gusanillo.

Sáb, 07 Dec 2019, 15:28
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Veo que has vuelto a disfrutar en Ginebra.

Ahora te comento una cosa sobre tu otra carrera internacional fija; el lunes 3 se abrieron inscripciones, y ya hay 3.500 inscritos. Este año no se va a poder dejar para última hora.

Lun, 09 Dec 2019, 1:14
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 147 bis. (30 de noviembre)

Mi mamá siempre dice que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.

No hay Course de l'Escalade sin Marmite posterior. Recibida la gorra encargada, encontrados en el armario un pantalón, un cinturón y una camisa similares a los originales, adquiridas unas zapatillas blancas de usar y tirar, quedaba comprar en Ginebra un surtido de chocolate. Aunque era consciente de que mezclaba distintas escenas de la película.

Y es que no confiaba en que la gente reconociese el disfraz, y desde luego no los críos. No triunfaría con el pasmo y las risas del año pasado cuando descubrían al perro mordiéndome. Tendría que ganármelos con dulces, como la bruja a Hänsel y Gretel, como Michael Jackson.

Por fin me vestí. ¿Quién soy? ¿Un repartidor? ¡Grrrrr...! Eeeehhhh, ¿un pizzero? ¡Grrrrrrr...! Escribí el nombre en el dorsal pero ya consideré perdida la batalla. La próxima vez vendré de Frozen.

Y efectivamente, salvo casos aislados de cinéfilos cuarentones (a los que recompensé convenientemente), fui para todo el mundo un tipo en ropa de petimetre sosteniendo un paquete.

Pero un tipo que iba dispuesto a divertirse.

Entre miles de unicornios, bomberos, princesas, robots, astronautas, equipos completos de voleibol con red y pelota, vaqueros, supermarios, tigres, payasos, osos, jedis, piratas o conejitos, sólo yo me paraba a interactuar, departir y repartir.

Con cada niño que ponía las palmas para animar me detenía y abría la caja, y una luz salía de ella como del maletín de "Pulp Fiction", y los ojos se les volvían redondos, y era un momento mágico. Miraban a los padres, pedían permiso, me miraban a mí, y cogían un bombón. Uno únicamente. Ningún chaval (ni adulto) se abalanzó con las manos. Alguno hubo que se molestó en reordenar los restantes que había movido con los nervios, los colocó de nuevo en su sitio pacientemente y se disculpó, sin comerse el suyo hasta terminar su tarea. Y yo tan asombrado que lo dejaba hacer, todavía aturdido tras ser teletransportado al Planeta Civismo.

No mostraban egoísmo, gula, avaricia, sino sorpresa, ilusión, alegría por un regalo inesperado. No exigían; aceptaban. Y sus reacciones me conmovian.

Pero tenía que marcharme y correr, por intentar imitar la zancada de Tom Hanks. Y me acompañaban los gritos: Merci, monsieur, merci, monsieur!

Incroyable.

La caracterización, que modestamente pienso bastante lograda, no fue un éxito. La recuperación de la fe en la humanidad sí.

Y las caras de los espectadores, pequeños y grandes, cuando me acercaba y levantaba la tapa y les ofrecía chocolate, y por un instante no acertaban si era una broma, oh mon dieu, bravo, valieron la pena. De verdad.

Y ocasionalmente, por supuesto, también escuchaba las voces aguardadas: Run, Forrest, run! ¡Claro que sí!

Después de cincuenta paradas en cinco kilómetros (al trote y caminando), llegué a la meta con unas pocas de las sesenta piezas del comienzo. En España me habrían vaciado todo en la segunda y aún protestado por cualquier motivo.

Los últimos dos chocolates se los llevaron unos hermanos en la entrega del agua y la fruta. Y cuando vieron que no había más quisieron devolvérmelos.

Incroyable, oui.

Qué buena experiencia.

Mi mamá siempre dice que la vida es como una caja de bombones. Al principio está llena y crees que durará eternamente, pero antes de que te des cuenta se ha acabado. Lo importante es disfrutarla mientras podamos.












El móvil en el bolsillo es un error de atrezzo




Parecido razonable

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Última edición por DoctorSlump o Dom, 05 Xul 2020, 20:04; editado 1 vez

Lun, 09 Dec 2019, 13:33
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 152. (5 de diciembre)

En las series de televisión hay un término específico para los capítulos de relleno que los guionistas intercalan en una temporada para abaratar costes: episodios botella. Con uno o dos escenarios a lo sumo, menos protagonistas y normalmente un tono distinto al habitual.

Salida por la carretera hacia Tomiño y regreso: cinco kilómetros.

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Lun, 09 Dec 2019, 17:18
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Mientras en España:

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Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.

Lun, 09 Dec 2019, 17:36
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Qué grande Daniel. Lo de ir de Forrest Gump está bien, pero llevando la caja de bombones es que te has salido.

Lun, 09 Dec 2019, 19:55
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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supegbv daní! quizais o forrest mais barbudo e desaliñado ..

Mér, 11 Dec 2019, 0:36
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 155. (8 de diciembre)

Intenté quedar en casa en el puente pero fallé. ¡Ya podía el cuerpo pedirme sedentarismo! Así que busqué una apuesta segura y me fui a Madrid, y de ahí al cielo. Por que se unan los de Carregal a los de Vallecas, Orcasitas, Carabanchel, Pan Bendito, Parla, Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Getafe, Latina, Cascorro, Barrio de Salamanca, Barrio Lucero, Oporto, Marqués de Vadillo, Algete, Escorial, Villalba.

Como esos días, además de ser festivos de por sí concurridos, coincidían este año con la Cumbre del Clima y la llegada en balsa Kon-Tiki del Gorrión Supremo (y tras ella sus acólitos), tuve que dormir en un hostel en habitación compartida con una docena de ejemplares de la chavalería internacional.

Siempre aprovecho el tiempo en la capital. Al teatro por partida doble el viernes y el sábado, con Joaquín Reyes a mi lado, de compras de películas en la Fnac y de libros en la Cuesta de Moyano, en exposiciones temporales en el Espacio Fundación Telefónica, de copas con un amigo que allí vive, tomando de pie en la barra los imperdonables bocadillos de calamares con caña, desayunando churros, callejeando la monumentalidad de los Austrias o la llamada multiculturalidad de algunos barrios, o pasando la mañana en La Gatoteca.





Y yendo a una carrera de cinco kilómetros.

Recogí en El Corte Inglés el dorsal, la bolsa con la revista ¡Hola!, el traje. Y el domingo, haciendo malabares en la litera para no despertar a los muchachos que se habían acostado tarde, como debe ser a ciertas edades, salí mal vestido y a oscuras.

En la Plaza de Murillo no era nada difícil reconocer a los demás corredores. Saqué algunas fotos del ambiente, me coloqué en la salida entre los cerca de seis mil participantes y arrancamos. En la nieve. Los cañones disparaban copos y bailábamos bajo ellos como Wynona Ryder en "Eduardo Manostijeras".

Después del atasco inicial encontré huecos en medio de las familias que caminaban.

Adelanté a Papá Noel, una y otra vez, y otra, y otra. Ocasionalmente era Papá Noel el que me adelantaba a mí. Ya Papá Noel se perdía de vista a mis espaldas y yo aceleraba para alcanzar a Papá Noel. Papá Noel andaba, Papá Noel volaba, Papá Noel sudaba, Papá Noel estaba fresco, fui con Papá Noel un rato, Papá Noel rodaba solo, Papá Noel tiraba de un carrito, Papá Noel iba en bicicleta, Papá Noel me saludó, Papá Noel me ignoró, Papá Noel reía, qué serio Papá Noel.

Seis mil Papás Noel (y elfos).

Y a este Papá Noel que escribe se le caían los pantalones, se le abría la chaqueta, le picaba la barba. Duro trabajo el de ser Papá Noel.

Lo más bonito vino al terminar. Marchaba hacia el alojamiento y un niño se agarró a sus padres al descubrirme ¡Es Papá Noel! Solté un ¡Ho ho ho! al cruzarnos con mi voz más grave, y aún le escuché decir emocionado: ¡Ves como era Papá Noel, mamá!




Éste sí que era el auténtico




Miaudrid

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Última edición por DoctorSlump o Dom, 05 Xul 2020, 20:06; editado 1 vez

Mér, 11 Dec 2019, 23:10
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 157. (10 de diciembre)

If it works, don't fix it!

(Vasectomy Information Home Page)

Tokio. Uno de marzo de dos mil veinte. Doce semanas. Empezamos.

Chicago lo preparé (exitosamente) por mi cuenta tras un cuidadoso proceso en tres fases, a saber:

- Descarga del plan más cómodo que pude encontrar.
- Recorte de las distancias propuestas en él.
- Incumplimiento de las mismas (por defecto) y de los ritmos (por exceso).

De forma que un esquema ya perezoso de seiscientos cincuenta kilómetros se convirtió en la hoja de Excel en uno de quinientos cuarenta y cuatro, que en la práctica se redujeron a cuatrocientos ochenta y nueve. ¡No es fácil correr por Grecia en verano!

Suponiendo, y es mucho suponer, que lo que funcionó para la Ciudad del Viento habrá de servir para la capital japonesa, comienzo pues los entrenamientos sin cambiar nada.

Hoy toca rodar diez, los primeros del medio millar, y salgo a la noche con mallas y cortavientos, y con linterna en una mano y reloj en otra, que en veinte días se le han roto dos correas y sospecho que ha traído un Pumuki en la caja. No me quedan brazos libres para limpiar las gafas y voy a ciegas en la lluvia.

En dirección hacia Tomiño, las zarzas me esperan a la derecha del arcén y los coches a la izquierda. No debo fallar ningún paso en la oscuridad y el empañamiento. Sigo la línea blanca como el infeliz personaje de Emilio Aragón en la televisión de los años ochenta.

En Vilar de Matos, Forcadela, llego a la gasolinera y regreso. Ahora los vehículos vienen de frente a mi diestra y sostenemos batallas lumínicas, ellos con sus faros y yo con mi foco. A la siniestra, realmente siniestra, se afilan las espinas y se ofrecen las arquetas con sus bocas abiertas. El agua empapa la capucha y baja por mi cara. Todo es una neblina más allá de los cristales. ¡No es fácil correr por Carregal en invierno!

Por la penosidad ya me siento un poco maratoniano.

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Xov, 12 Dec 2019, 23:00
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

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Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 159. (12 de diciembre)

Esto es el maratón.

Salir contra viento y marea, mandar mis naves a luchar contra los elementos. No aceptar excusas. Y si hay alerta naranja en la costa y amarilla en el interior, no importa: de noche todas las alertas son pardas. Y es en estos entrenamientos, estoy seguro, en los que se fortalece el carácter que después sacaré en la carrera, serán estos sacrificios los que recordaré y haré valer cuando lleguen los momentos de flaqueza.

Con la capucha abrochada y una visera blanca encima para intentar apartar la lluvia de las gafas, el pantalón azul sobre las mallas y el cortavientos rojo, verde y negro, en el espejo se veía un auténtico mamarracho. Y con esa mezcla imposible entre tuareg y golfista vestido por Ágatha Ruiz de la Prada fui hacia Forcadela y más allá. Para los diez kilómetros, la mitad está en la gasolinera de Cepsa; para los doce, tuve que seguir hasta la churrasquería Novo Arroio antes de regresar.

Una hora y dos minutos en remojo.

Mi salud queda en manos de Fomento o del ayuntamiento o de quien sea el responsable del mantenimiento de la carretera. Voy pisando al azar y confiando en que el firme haga honor a su nombre.

Esto es el maratón.

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Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Última edición por DoctorSlump o Xov, 12 Dec 2019, 23:02; editado 1 vez