Sáb, 22 Feb 2020, 17:43
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 231.
Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.
(Lucas 21:11)
La primera vez que visité Tailandia todavía no andaba metido en esta afición; la segunda iba lesionado. A Filipinas, y a la escala en Dubái, ni siquiera llevamos las zapatillas. Cuando rodé por Estambul sólo crucé a Anatolia de turismo. De Tokio me han expulsado. No está de los dioses que corra en Asia.
Qué triste recoger todo, borrar los apuntes del viaje de la pizarra, deshacer la maleta, anular las reservas de los hoteles, darme de baja de las excursiones, mendigar reembolsos parciales por los vuelos, el seguro médico y las tarjetas telefónicas, regalar las entradas para el Museo Ghibli, mandar devolver los yenes, guardar la guía de Japón, los geles, el hachimaki y la camiseta de los majors, romper las notas con las recomendaciones de los barrios (Shibuya, Akihabara, Shinjuku, Asakusa, Harajuku), de los templos (Fushimi Inari, Kinkaku-ji, Ginkaku-ji), de las líneas de metro. No es una mesa ordenada sino vacía.
Eso fue el lunes, lunes tormentoso.
Y el entrenamiento siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Retrocediendo ocho semanas, empezando de nuevo lo que tenía a punto de terminar, Sísifo en pantalón corto.
Intento pasar página: me espera un reto apasionante dentro de dos meses. Pero desconfío y las noticias no ayudan. Gato cancelado que del maratón frío huye, debo vigilar que no me lesione yo ni se lesione la carrera. O el mundo.
Por retomar las costumbres deportivas poco a poco, crucé la carretera hasta Cda. Tres kilómetros apenas y a ritmos cochineros. Mañana, Vigo. Repitiendo disfraz.
Al regreso me esperaba en el jardín la colonia felina, que continúa creciendo con incorporaciones venidas de aquí y de allí, y se me ocurrió pensar que, si en las novelas de detectives el sospechoso hay que buscarlo en aquél que más sale ganando con el asesinato, los principales beneficiados por la suspensión de Tokio son estos animales hambrientos y reclamantes. No es que los crea capaces. O sí.
Veinte de abril. ¡Vamos, Boston! Me alegro el ánimo con la dosis infalible de Raúl Cimas, encuentro chocolate en la nevera, bebo una caña mientras Messi marca cuatro goles. Los días son más largos y soleados. ¡Vamos, Boston!
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones