Mér, 05 Feb 2020, 23:49
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Tocaba salida hoy, pero estaba, como diría Chiquito, la cosa muy malita. El diodeno muy mal, pecadorr…
Entre los achaques de la edad, que, sin ser aún avanzada, no deja de avanzar con paso firme, sumado a los defectos de fábrica, y el efecto pernicioso que resulta de esta meteorología chiflada, va uno como buenamente puede. Es gracias a esos ánimos juventinos que todavía conserva uno en sus entretelas más profundas, que no termino de convertirme, de una vez y para siempre, en la Vecchia Signora.
Y como habitualmente, me dirigí hacia el parque de la Lonia, en busca de un recuento de conejos generoso. Ya serán pocas las veces que los haga a la luz de las farolas, pues la Tierra, el planeta, en su recorrido alrededor del sol, aprieta también el paso, y los días se alargan.
Fue esta vez solo uno. Pobre balance, ya lo veis. Pero bastó para nutrirme de buenos presagios de cara al domingo en el Cocido-Lalín, pues tampoco me huyó de forma despavorida, y hasta se permitió el lujo de, ensayando una mirada de perfil egipcio, por el rabillo del ojo, identificar a su presunto acosador. Metro setenta, cara de borrego, clareándole la azotea, gusto por la buena mesa… Ya estoy en la ficha policial de la Sylvanian family.
Claro que no fue un día predominantemente de conejos, y es que la participación de los perros fue mucho mayor, y en su caso, activa. Hasta cuatro se vinieron hacia mí, mejor o peor sujetados de sus correas por sus dueños, con la consiguiente voz de ¡Quieto!, que muchas veces no llego a asumir plenamente que se dirija exclusivamente al chucho…
Uno de ellos, incluso, libre de ataduras, físicas y morales, hasta se puso a correr a mi altura, como queriendo acompañarme. No era un bicho ni demasiado grande, ni demasiado pequeño, ni demasiado orondo, ni demasiado atlético, ni demasiado feo, ni demasiado bonito, ni modo, compadre. Vamos, almas gemelas.
Y así estuvimos durante algunos segundos, unidos en santo trote cochinero. Ningún problema por mi parte. Solo te pido, solo te pido, que me hagas la vida agradable, si decides vivirla conmigo, como diría Manolo Escobar.
Ya al final, y en acabando de negociar las cuestas que traen de vuelta, del Miño a la civilización, se me paró, en el paso de cebra que habilita el paso a mi excolegio de la infancia, un Peugeot 2008 nuevecito, todo reluciente y con las pegatinas del concesionario de vehículo de prueba bien visibles, y aunque traía la cara desplomada por el esfuerzo, y demás contingencias mencionadas en el párrafo primero, aún pude ensayar una expresión de admiración y envidia malsana, con caída de baba incorporada. ¡Pero qué cochazo, mi madre! Y que sus ocupantes la vieran bien. ¡Caramba!
Esto es lo que yo llamo eficiencia en teletrabajo, y hacer patria. Fabricado en Oliveville, los salpicaderos que les montan en la planta de Balaídos, me dan a mi de comer. Aunque claro, tan bien, tan bien me dan de comer, que luego tengo que salir a correr para bajar la tripa.
Las gallinas que entran por las que salen.
En fin, 9,97 kms, que con la que está cayendo, no se les desmerece en absoluto. Pude haber añadido esos 30 metros que faltaron para llegar al diez, correteando un poco más allá de la puerta de casa y vuelta pa’atrás, pero, me cago en diez, hay que ser quisquillas... Y tiré pa'dentro.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.