Lun, 20 Abr 2020, 20:15
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Sexto año del gato. Día 288. (19 de abril)
Que no os parezca mal, pero me lo estoy pasando bastante bien en esta cuarentena. Con risas, y con algunas lágrimas que me cogen despistado.
En lugar de aguardar pacientemente el regreso del tiempo de las carreras, yo voy haciéndome las mías. Creciéndome. Cada vez mejor organizadas, con presupuestos superiores, con mayor ambiente, más ambiciosas, en busca de la Golden Label de las competiciones domésticas.
Y este domingo, aceptando una invitación, que es la palabra con la que defino un reto cuando viene desde el cariño, me atreví con una media maratón, sumándome a una (otra) iniciativa nacida en Alicante y terminada en Carregal, a distancia y solidaria, virtual y virtuosa.
Veintiún kilómetros en círculos ya son kilómetros. Era una guerra a la que no iba a ir sin balas. Había que idear nuevas formas de rodar en solitario, había que engañar a la cabeza y convertir el rodaje en una fiesta. Vestir de colores la ocasión.
Por increíble que resulte, comprar globos o confeti no se considera actividad esencial, así que me arreglé con lo que pude. Marqué la finca con cinta de balizar, tanta que al abrir la puerta por la mañana creí por un instante que la policía había acordonado la casa, y saqué la mesa con trofeos y medallas y avituallamientos: mandarinas, galletitas, sales energéticas, agua en un bidón de ciclismo, cerveza. No llegué a imprimir carteles por ser la tinta en triste blanco y negro y el día muy húmedo para colgar papeles. El despertador digital haría de reloj cronometrador. Los harapos, además de tapar el barro, serían las alfombrillas de control, no fuera a intentar engañarme a mí mismo.
Avisé a los vecinos, por convivencia: un vídeo de YouTube pondría la música en el frontal, y para la parte trasera preparé un audio motivador. Todo el sábado se me fue en ello. En aprender a mezclar pistas, cortar y pegar, añadir aplausos. Y por fin lo tuve listo,
tres minutos de gritos de Alessandra y Paolo, Isaías, Amina, Maitane, María, Montse y un gato (uncredited) que acompañarían en bucle las dos horas. Gracias, gracias, gracias.
Y a las nueve empecé a correr.
En cada vuelta me encontraba con un pedazo de canción distinta por un lado y una voz conocida animando en el otro. Y se me salía la sonrisa al escuchar a los amigos llamándome, en italiano, en euskera, castellano y maullido, y vi claro que lo conseguiría. Con paciencia. Con la que requieren unos doscientos setenta giros. Con la misma con que Penaldo y Redford esperaban a que acabase de marearlos para comer.
Quince kilómetros después, aunque sin haberme alejado lo más mínimo del punto de partida, se asomó Eva a la reja. ¿Cómo vas? ¡Bien, bien! Y tenía una bocina en la mano, y unió su sonido a la fanfarria, y me ofreció plátanos y café, que rechacé porque no pensaba detenerme, y aún aceleré, convencido, decidido y divertido.
No era Boston, ay, pero casi.
¡Buen ritmo, qué grande eres, ya llegas a meta, aurrerá, vas genial, ya queda poco, vai Daniele (y papa Francesco), miaaau! Dos horas de irrintzis, frases motivadoras, mentiras piadosas, palmas, apoyos, no creo que nadie haya tenido nunca una afición así de personalizada, incansable, constante y fiel.
Y completé la media maratón y en el proceso labré unos surcos en el césped que no envidian a las líneas de Nazca.
Gracias. Sí, a vosotros que ayudasteis y jugasteis, gracias.
Me dan ganas de calzarme y repetir.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Lun, 20 Abr 2020, 20:43; editado 1 vez