Dom, 17 Out 2021, 11:30
Asunto: Re: El Diario Peregrino de Larpeiro (en la nueva anormalidad
No lo veo lo del neopreno Freaky. Si (aún) viviera cerca del mar, que no del océano, sería otro cantar.
14. ¿CÓMO SABÉIS SI ESO ES MALO?
Agosto acabó con 195 kms de carrera y unos cuantos más de natación.
Septiembre con 84 de carrera y quizás tres en piscina siendo optimista.
Octubre va por el camino de septiembre y aunque la natación no me lleve al neopreno ni al océano ha llegado para quedarse, aunque sea como enfriamiento post carrera.
Sigo pateando el Camino, hoy domingo sin ir más lejos me casqué un entreno matutino de unos 8 kms adelantando peregrinos (al ir) y siendo adelantado por más de veinte ciclistas en grupetos de tres o cuatro (al ir y al volver).
Anda todo medio depresivo. Las horas de sol menguantes, las lluvias, la caída de la hoja, del pelo, la vulcanología constante en los medios (lo único bueno es que el covid ha dejado de ser con lo que se abrían y cerraban "informativos")y el funesto augurio del Papa sobre el apocalipsis final de CeG (deberíamos preguntarle al redivivo perro de Femón que opina) dejan la situación tocada y presta a ser hundida cuando el cambio de hora acabe brutalmente con cualquier atisbo de negación... el verano se acabó hace mucho y se acerca el invierno.
Si esto no es el final, se le parece. Perdone que no me levante, y todo eso.
Saludos a tod@s
Recuerdo un viejo cuento, yo lo leí en una antología del cuento chino hace muuchos años. He encontrado esta versión en internet.
Hay una historia acerca de un viejo sabio en la China que tenía un caballo y un hijo. Todos sus vecinos le tenían lástima y siempre le decían: ‘Qué triste que todo lo que tienes es un hijo y un caballo’. El viejo sabio siempre respondía con las siguientes palabras: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.
Un día, el caballo se escapó. Todos los vecinos se le acercaron con mucha compasión, diciendo: ‘¡Es terrible, tu único caballo se escapó y ahora solamente tienes a tu hijo. Es terrible!’. Como siempre el viejo sabio encogió sus hombros y dijo: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.
Pasó una semana y el caballo regresó, y con el venían doce hermosos caballos salvajes. Los vecinos estaban muy emocionados y corrieron hacia el viejo proclamando su buena fortuna: ‘Es tan maravilloso, ahora tienes muchas posesiones’. El viejo sabio respondió una vez más encogiendo sus hombros con las acostumbradas palabras: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.
El viejo sabio le dijo a su hijo que comenzara a entrenar a los caballos salvajes para que pudieran serle útiles. Un día, el hijo estaba montando un caballo particularmente salvaje, se cayó y se rompió ambas piernas. Cuando los vecinos supieron, llenos de lástima, le decían: ‘Qué cosa tan horrible lo que le pasó a tu único hijo’. El viejo sabio nuevamente se encogió de hombros y dijo: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.
Poco tiempo después llegaron unos jinetes de una villa cercana buscando a todos los hombres físicamente capaces para ir a la guerra y para ayudarles a proteger su villa de la banda de ladrones que merodeaban por ahí. Así fue como todos los hombres de la villa cercanas fueron a ayudar a la guerra excepto el hijo del viejo sabio, quien tuvo que quedarse en la casa porque sus dos piernas rotas aún no habían sanado. Todos los jóvenes que fueron a la guerra murieron pero el hijo del viejo sabio vivió muchos años.
Poco después el emperador fue a la aldea a conocer al hombre que miraba con tanto desapego los cambiantes reveses de la vida.