Lun, 21 Out 2019, 10:55
Asunto: Re: Diario de anpefi
Crónica de una muerte anunciada
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El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Cŕonica de una muerte anunciada. |
Semana mala donde las haya. Un catarro inoportuno en combinación con ciertas obligaciones laborales me tuvieron sin ponerme las zapatillas toda la semana. Me perdí incluso la previa de la media que me hacía mucha ilusión. Al final sólo el viernes a última hora encontré fuerzas y tiempo para un rodaje por Castrelos y no llegar el domingo a Pontevedra demasiado cansado.
Y llegó el domingo. En los últimos dos/tres meses me he encontrado tan bien que coqueteé con la idea de que quizá en Pontevedra podía hacer un ataque en serio a mi MMP en los 21K. Aún así sabía que dependía de muchos factores que tenían que combinarse. Muchos no lo hicieron (falto de kilómetros, pasado de peso, mal descanso,....) pero aún así tenía la determinación de intentarlo, aunque la cabeza me decía ya que no lo conseguiría. La única forma de conseguirlo era con una estrategia clara. Esta era pegarme al globo de 1h40 y si fuera necesario (mi mmp está en 1:39:44) tirar para adelante en los últimos 2-3 km. Esa era la idea.
Pero antes de ir a Pontevedra tenía que dejar a la familia en Coia, ya que iban a participar, junto a amigos y compañeros en la Vigo contra el cáncer. Y me sentí un poco traidor al dejarlos para irme a Pontevedra. Casi sin darme cuenta allí estaba, en el puente de los tirantes con una camiseta acorde a tal nombre por encima de una de compresión de manga larga (hacía frio). Me pongo delante de mi cajón, el de los sin tiempo, el de los dorsales con un triste fondo blanco, esperando que la liebre de 1h40 se pusiera por esa zona. Pero no, las liebres de 1h40 y 1h45 vienen y se ponen en la parte delantera del cajón anterior, el de aquello que tienen tiempos entre 1h20 y 1h40. Eso no me lo esperaba. Hay gente que se pasa al cajón de delante. Yo no, por principios. Por principios me va a tocar darme un calentón aunque se que tengo que controlar pero quiero ir con el globo lo antes posible, si es antes del giro en el Gremio de Mareantes (km2) mejor. Pistoletazo. Salimos. Yo con la mirada puesta en la bandera de 1h40 que está unos 150 metros por delante cuando me toca pasar bajo el arco de salida. No me corto y aprieto, puede que demasiado. Primer km en 4:38 (el promedio objetivo es 4:43), mala cosa. Consigo coger al globo antes del giro pero a un precio muy alto, ya voy en z5. Mala cosa.
Me pego al grupo de 1h40 y así voy en pelotón pasando los kilómetros al ritmo objetivo. Subimos, bajamos y todo va bien, me siento cómodo dentro de la exigencia. Al paso por el pabellón universitario, paso el cubrecables que hay en la carretera y de repente siento un pequeño golpe en el gemelo. Tardo casi dos segundo en reaccionar cuando miro para atrás y veo a Eugenio Chamorro rodando por el suelo. Había tropezado con el cubrecables (no será el único) pero enseguida se repone y prosigue. En el km 9 nos alcanza y puedo ver que va bien (y tanto). Paso el 10 en 47:02 (mejor marca de la temporada.....) tomo un gel y sigo concentrado en el seno del pelotón. Se me hace raro rodar en un grupo tanto tiempo, cuando a esas alturas de una media yo ya estaría rodando en solitario (o con uno o dos compañeros) entre grupos. Pero aquí protegido del aire llegué a sentirme un Kipchoge embutido en unas Nimbus en una suerte de "Ineos 1:39". En esos pensamientos estaba cuando llegó un momento clave, la segunda subida. La hago con comodidad hasta la bajadita de Campolongo. En el avituallamiento me veo tan bien que decido no tomar un segundo gel. Quizá haya sido un error, pero probablemente no cambiaría nada. En la subida al Galicia Palace pierdo un par de metros con el grupo, que se había disgregado un poco en el avituallamiento, y aprieto para no perder la estela. Se que si la pierdo estoy perdido, consigo reintegrarme al pelotón en la Peregrina. Volvemos a bajar al rio.
Junto al río me veo cómodo, justo pero cómodo. En el Garmin, la proyección marca 1:39:12. Vamos muy bien, con 30 segundos de margen. Me las veo felices. Y sin embargo todo cambió en un segundo sin aviso previo. Justo al girar en el pabellón universitario me noto en agonía. Suelto un "no puedo, no puedo más" en voz alta. Dos compis del pelotón me dicen algo así como "¿que dices?", "venga ni se te ocurra", y en esa recta del CGTD el grupo se me va 30 metros. Las piernas no quieren seguir y justo en el cartel del 17 me pongo a andar. WTF??. Se acabó, veo como el globo desaparece en la siguiente curva. Ya no hay opción a volver a engancharme. Sigo andando, hago algún amago de arrancar pero pienso "¿para qué?". Me planteo abandonar, pero por una vez actúo con lucidez y me digo "Hombre, ahora que estás aquí y no tienes impedimento, acaba, leches!" y así me arranco a trotar. Pero a trotar, trotar, no lo que algunos ponéis en los entrenamientos de Strava que llamaáis "Trotar" y que que ves medias de 4:40/Km. Me refiero a trotar tardando más de 6 minutos en cubrir un kilómetro, en que te pase el globo de 1h45 y ni intentes seguirle, en cruzarte con el globo de 1h50 al que lellevas casi 2 kilómetros y pensar "a que me coge...". Y así, ya entero pero sin ganas, entré en el estadio para dar la vuelta y entrar en meta en 1h48.
Fracaso. Esa fue mi sensación inicial. Pero luego ya fui recordando todos los factores que no cumplía y la sensación fue de alivio. Hice una buena carrera dentro de mis posibilidades arriesgando por un objetivo muy ambicioso. El catarro, la falta de descaso de calidad, el calentón de salida para alcanzar al globo, el saltarme el segundo gel, la arruga de un calcetín que me estaba empezando a matar,... todas esas cosas las podría poner como excusa. Pero no, simplemente no estaba preparado para un sub100' todavía y en el fondo lo sabía. Sí, lo sabía. Pero salí a matar de todos modos, cuando lo fácil hubiera sido ir más tranquilo y a lo mejor hacer 1:41 o 1:42. No me arrepiento, en el fondo fue divertido ir a tope hasta que no pude más. Eso sí, el reto sigue ahí y voy a trabajar en prepararlo mejor. Siguientes citas: Viana en enero y Coruña en febrero.
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Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza y con un sedimento de estribo de cobre en el paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de bodas que se había prolongado hasta después de la media noche. Más aún: las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que fue destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día muy hermoso. Nadie estaba seguro de si se refería al estado del tiempo. Muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con un cielo turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Cŕonica de una muerte anunciada.
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