Mar, 08 Mar 2022, 20:53
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Ya sé que es muy viejo aquello del “haz el amor y no la guerra”, pero por mí que no quede. Se lo recordaremos a Putin, desde este humilde rincón perdido del ciberespacio, y de paso, por qué no también, a los hinchas del atlas y los gallos de Querétaro.
Querétaro fue elegida, si no me falla la memoria, hace ya unos cuantos años bisiestos, como una de las palabras más bonitas del idioma español, postureos mediante. Supongo yo, por su fonología próxima al verbo querer.
En fin, como casi con todo, nada que ver con la realidad.
Y en general el simple hecho de querer, de amar, de entregarse pasionalmente, incluso fogosamente, al otro, o a la otra, o al otre, suena a día de hoy un poco a poemario autoeditado, en el mejor de los casos, cuando no a bofetada a traición, a “cobra” de máxima audiencia en los cuadriláteros de la telerrealidad.
Mal negocio el del amor.
Y aún en el caso de que fructifique algo digno de tal consideración, ¿qué lo salva de que algún día no termine en carnaza de noticiero trágico, devorado por los micromachismos, antes de la invasión desfeminazificadora final?
Por y para ello, el domingo acompañamos a nuestras compañeras en la carrera “Son libre para correr”. Para estar del lado bueno de la historia. El de las víctimas. Llámesele Ucrania o una pobre infeliz que se convierte en propiedad subarrendada de un buitre con mal fondo.
Conste que no creo en la teoría general del heteropatriarcado represor, y que si algo reprime de verdad es la sociedad en su conjunto, con todo su coro de actores y actrices, santos y mártires, ángeles y arcángeles, todos a una, Fuenteovejuna.
Pero veo bien que la mujer gane en confianza en sí misma, y que quiera encaramarse a la escalera del éxito “pofesional”, y ganar dinerito, lechugas frescas, los hombrecillos verdes… Faltaría más. Aquí o ******* todos, o la **** al río.
Y de paso, como la carrera era no competitiva, pasar un buen rato, de buen domingo, trotando por la city.
El día de hecho fue excelente, y hasta me atreví a calzarme las kiprono (sí, las kiprono, aquellas zapas “voladoras” que me compré por internet en un arrebato de furia inversionista), nuevas y relucientes que están. Como también, por otra parte, lo están las Archibal, a las que les pilló de lleno la “plandemia” y no hubo forma de hacerlas debutar en una carrera como dios manda.
Y aunque, como ya digo, no salí rápido ni con ganas de gresca, sino solamente - qué gay puede sonar esto - a dejarme llevar por el “flow”, a mitad de recorrido me encuentro con que me da alcance matogrosso (¡sí, venía por detrás!) y que me brinda su ilustre compañía, sin compromiso, para lo que nos queda en el convento.
Todo muy light. Tanto que al acabar nos decidimos a salir a dar un garbeo por la zona de Oira, para suplementar, previamente pasando por casa para abrevar un poco, y en mi caso cambiar neumáticos. Las kiprono habían cumplido con creces, y a las cangrejus no se les caen los anillos por salir a hacer labor de zapa por caminos polvorientos o embarrados.
Que por cierto no fuimos los únicos que necesitamos darle más alegría al cuerpo. Estando por allí unos cuantos y cuantas, delatados por sus dorsales "inclusivos", de los participantes en el frugal evento.
Al final me quedo con cerca de 10 kilómetros en total - que me barrunto yo que por ahí andaría la cosa, ya que el Ciripolen estaba descargado - y en un plano más materialista, con la cinta rosa que nos dieron de obsequio. Cierto es que de masculinidad va un poco metida en derramas, pero a mi cráneo de pilosidad, galanura, y neuronas, en retroceso, le va como un guante.
Y como el día fue estupendo, magnífico, chispeante, pues ayer y hoy repetí, y le metí a esta vieja máquina de asar castañas con aires de locomotora, en la que día a día se va transformando mi antaño cuerpo de discóbolo (discúlpeseme la boutade), otros 10 y 10. Kilómetros, se entiende. Por la Lonia, santa madre, y vestido de blanco.
Pero estas son historias ya para otro papalegüense.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.