Dom, 20 Nov 2022, 22:43
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Pues sí, cesareo, es buena cosa, qué digo buena, buenísima, el poder volver a saludarnos y que sigamos coincidiendo en estas carreras que tanto significan para todos nosotros. Cierto es que, por culpa de la Plandemia, y de las muchas vueltas que han dado desde entonces las manecillas del reloj, somos "élite" muy venida a menos. (Define élite).
Nos faltaron otras y otros moradores de ese olimpo, como nuestra antaño fiel, leal, valerosa y siempre benéfica Meigalicix, que, no obstante, dejó aquí testimonio de sus ánimos, muy necesarios, así como Freakyrunning, que también dijo que algún día se dejaría caer por Sparkland, ¿Y qué mejor ocasión para ello que en un Sanmartiño...?
Pocos volverán a haber como el de hoy, sin lluvia y sin frío, que llenó las calles de algarabía y emoción, a tal punto que el recién comenzado mundial de Catar, y su ceremonia de inauguración, comparativamente, se despacharon con un tedio y una sosez manifiestas, Naranjito incluido.
La leyenda negra del Sanmartiño desdeñoso y huraño, de una ciudad indiferente, e incluso atravesada, quedó hoy felizmente desmentida.
Bueno, atravesada, quizás sí, a lo largo y ancho. Porque, de momento, sigue poniéndose a los pies de todos nosotros, los atletas, para la recorramos no por una esquina abandonada del extrarradio, donde nadie se moleste, sino por su medio y medio.
En Sparkland el Sanmartiño tiene mando en plaza, y eso lo notan, y por ello que tan a menudo repiten, los atletas foráneos que participan. Al fin y al cabo, ellos también son el Sanmartiño.
Y es que lo más importante es eso. Poder ser el Sanmartiño. La parte y el todo.
Así que tanto da que mi carrera haya sido un desastre, si hace un par de meses tenía serias de dudas de poder escuchar el pistoletazo. La he disfrutado con enormes sufrimientos, y eso ha hecho que olvidara los muchos malos ratos pasados con mi lesión de cadera, que sigue ahí, pero que ya solo se limita a asustar, y cada vez menos.
Y digo, sufrimientos enormes, porque en pocas carreras, le meto tanta presión de bombín a mi sistema cardiopulmonar, así se me aflojen los parches y las válvulas, tricúspide y mitral. Y no me concedo en ningún momento el lujo de dosificar, a tal punto que, solo ya en la última cuesta de Vincente Risco, la que se sube con el corazón en la boca, y que deja expedito el camino de la meta, bien me pude haber jugado el nombre y la fama de ser citado al día siguiente en la prensa local como el corredor que se sintió indispuesto a pocas manzanas ya, envenenadas, de la llegada.
Claro que, otro año más, esto no pasará de ser una exageración de las mías, y aquí estoy para disfrutarlo, junto a los otros 2584 que cruzaron la pancarta de meta, y por supuesto, también aquí estoy para contarlo, cómo no.
Puesto 1284, con un tiempo de 51:28. Lo que me sitúa de nuevo en la categoría conejo, después de tanto tiempo. Eso sí, por los pelos.
Sería largo enumerar a toda la gente que vi y saludé, pues en esta, nuestra querida pequeña gran carrera, está todo el que es o aspira a ser algo en esto del running en nuestra provincia, ya sea Capitán General o soldado raso como yo. Y no todo lo detenida y efusivamente que hubiera querido, pues es bien sabido que todo lo que te da el Sanmartiño, también te lo quita en el momento.
Para mí es ya bastante el haber conseguido dulcificar la caída inexorable de mis marcas, consecuencia de la edad y su progresión imparable, y no tengo la menor intención de restarme méritos, ni a mí, ni a matogrosso, ni a ninguno de los que nos acompañaron en esta espléndida mañana de otoño tardío, ya casi metidos en el invierno, en esta lucha contra el tiempo, la distancia y el olvido.
Somos todos supervivientes de una época difícil, de guerras, volcanes y mascarillas obligatorias, entretenidos en mostrarle, a quién le pueda interesar, nuestro particular desfile de la victoria, mayormente pírrica.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.