Lun, 18 Xan 2010, 21:58
Asunto: Manuel Rosales
Imagino que algunos ya lo habréis leído. Para los que no, disfrutad.
(Por cierto, es impresión mía o últimamente la tontería excesiva de algún forero "ilustre" está alcanzando niveles exagerados. En fin, será impresión mía, claro.)
Saludos
(Reportaje de Juan L.Cudeiro, publicado en EL PAIS el 23.11.09)
Al final de la conversación, cuando fluyen las anécdotas y las confidencias, Manuel Rosales Touza (Marin 1935), reconoce que le empieza a pesar salir a correr. Es tan solo un leve resquicio en una fortaleza mental y fisica fuera de lo normal. Con 74 años, Rosales hace entre 15 y 20 kmts por al dia, va al gimnasio, corre dos maratones al año y unas cuantas carreras de fondo. Dice no sentir cansancio, solo desazón cuando pasa un dia sin entrenar. “Soy un adicto. Si no corro, me siento mal, porque el deporte me da una sensación de bienestar y estoy más contento”.
Rosales no para. “El dia no me llega, tengo muchas cosas que hacer”, advierte antes de detallar su peripecia vital, la de un joven que a los 18 años era ciclista y alternaba en el pelotón con Bahamontes, Julio Jiménez y los hermanos Rodriguez, Delio y Emilio, estandartes del ciclismo gallego de posguerra. A los 20 ya lo habia dejado. “Fuimos a correr la Vuelta a Portugal y en plena competición murieron dos amigos, uno de Talavera y otro de Madrid”. Fué la simpatina, un tipo de anfetamina. “Aquello me impresionó mucho y dejé la bicicleta”, recuerda Rosales. Emigró a Alemania, donde trabajó como mecánico, soldador y tornero, pero le afectaba a los pulmones. No respiraba bien y decidió regresar a Galicia, a Marin. “Tenia un amigo que era atleta y empecé a meterme en el mundillo”, explica. Pero ya no era un chaval, se inscribió en el Campeonato de España de veteranos para correr los 10.000 metros y le doblaron dos veces.
“No me desanimé, volvi al año siguiente y quedé tercero”. Uno de los que le superó, ese año, 1985, fué José Maria Odriozola, el actual Presidente de la Federación Española de Atletismo, pero fué la última vez que Rosales les vió la espalda. “Es toda una cuestión de voluntad”, revela el veterano correcaminos, aunque lo cierto es que tras esa constancia hay una capacidad innata, Con más de 50 años corrió la maraton en menos de dos horas y media.
Subyace la pregunta de hasta donde hubiera podido llegar de haberse dedicado al atletismo antes. Tambien vió resultados. Unas pruebas que le hicieron en EE.UU revelaron que era capaz de ofrecer un rendimiento cercano al 94%, superior al de Abel Antón o Martin Fiz y próximo al del más grande, el etiope Haile Gebreselassie.
Con todo, aunque sea en edad otoñal, Rosales acumula plusmarcas. Nadie que supere los 60 ha corrido una media maraton más rápido (1 hora y 14 minutos) o suma tantas victorias en mundiales de ruta y pista, en 10.000 metros. “He sido campeón del mundo 16 veces”. Pero nada es comparable, dice, a correr una maraton. En ella ha encadenado victorias en los escenarios más anhelados por los fondistas : Boston, Londres, Rotterdam o Nueva York, donde acudió 11 veces y ganó en 8. Este año no pudo acudir por una lesión, pero ya está en forma : el pasado dia 15 estuvo en una carrera en 0urense. “Volveré a Nueva York”, aventura.
Varian los escenarios, pero no la distancia, 42 kilómetros y 195 metros, ni la mistica de reeditar el mito de Filipides. “Es sin duda la carrera más bonita; no es rutirnaria y en cada una sucede algo diferente, una prueba de fuerza, de resistencia”, concluye, capaz de mantener ritmos próximos a los cuatro minutos por kilómetro. “Los médicos me dicen que si me siento bien, que siga”. Es fácil verle desde Marin hacia Aguete, en dirección al lago Castiñeiras o por la autovia hasta Pontevedra o en las pistas de la Escuela Naval.
Cuando se lo pide el cuerpo, Rosales tambien le da a la mente : un ingenio suyo, un dispositivo para cinturones de seguridad, recibió un galardón en el Salón de Inventores de Bruselas. Resulta que mientras las piernas fluyen tambien lo hacen las ideas. Y para ejemplificarlo, recuerda como en una oportunidad se pasó seis horas en el taller buscando la solución a un problema. Lo dejó sin resolver, volvió a los dias dias y nada. Era un domingo, decidió salir a entrenar y mientras corria hace Aguete, vió la luz. Regresó al taller, dibujó un croquis y siguió corriendo. Y ahi sigue, sin vislumbrar la meta.