Lun, 05 Out 2020, 14:40
Asunto: Re: Diario de Freaky (indecencia y fondo)
corredor101 escribió: |
Eres un puril mazo diésel. Prácticamente clavaste los parciales de los miles en 20:30. |
Sí. Si es que soy como un metrónomo, esa es mi ventaja y mi desventaja en piscina. Por una parte sé que puedo dar ese ritmo medianamente rápido para la distancia, pocos son capaces de mantenerlo tanto tiempo. Por la otra, una vez entrado en túnel, es decir, la llamada natación-meditación, es difícil, muy dificil cambiar de ritmo, ni parriba ni pabajo. Soy incapaz de nadar un largo a 1:55, me cuesta un huevo. Esos ritmos me los tengo que plantear desde el principio, sino estoy vendido. Algo así me pasó en el entreno de hoy.
Más o menos, digo más o menos, van respondiendo las piernas a la carrera. Vale. Me planteo las opciones de hoy. Me queda el cacho muy justo y opto por lo menos largo: carrera. Puedo hacer un rodaje de una hora (demasiada ciudad, no tengo ganas de andar haciendo eses), puedo hacer una ruta del coronel (me da pereza el repecho entre Santa Cristina y Bastiagueiro pegado a la carretera), puedo hacer unas cuestas (hace poco que las hice, aún noto los efectos), puedo tirar como el lunes pasado hacia Cambre (me da pereza un entreno contemplativo por el paseo del Burgo con su firme de pizarra y seixo). Idea Marineda, puedo hacer un entreno gemelo al del lunes pero con la variante morbosa de meterle brasa. Con esta variante no me aburro y las sensaciones son muchas: miedo, alegría, suerte, dolor... VENDIDO. Un entrenito a cascar, de esos para gilipollas. "Pero hombre, no habías dicho que lo ibas a tomar con calma, teniendo en cuenta la edad, tus articulaciones bien mimadas por la core, tu corazón con su entrenito breve semanal de cuestas...", dijo ella. "A la mierda...", dijo Fernán Gómez, "A Tomar por saco...", dijo Cela.
Arranqué por la recta del puerto dando un poco exigente a ver como me encontraba y, inaudito, por el lugar más feo de la creación, desierto como un desierto del Sahara, adelanté a dos corredores masculinos. La maniobra de adelantamiento covid también tiene lo suyo. Tu vas, ves al pavo. Si te acercas mucho por detrás el payo se pone nervioso porque le vas a pasar rozando. Mientras el yayo se pone nervioso, durante esos microsegundos que dura la maniobra de íntima aproximación tu vas y te comes sus efluvios. Corona del bueno, las microgotículas que viniendo de un corredor te saben a Gatorade. Es entonces cuando en una acera de dos metros de ancho tratas de abrirte hacia la izquierda literalmente corriendo por el bordillo (eso si el tío va corriendo pegado a la derecha, sino ya nada vale), si caes del bordillo hacia la recta del puerto, en la calzada un camión te aplasta, eso está garantizado. Últimamente he contado tres gaviotas espachurradas en esos 700 metros que dura más o menos la recta del puerto. Una vez que has superado al nota por su izquierda miras si lleva mascarilla. Si lleva mascarilla lo saludas, te sientes mal por saludarlo, pues el tío seguro que cree que lo estás puteando, tu vas sin ella. Entonces te sientes mal por ser un corredor insolidario que adelanta a uno solidario con carnet de Intermon. Si el tío no lleva mascarilla también te sientes mal, pues la maniobra entraña mucho más riesgo, un riesgo que te rilas. Es entonces cuando piensas a toro pasado que deberías haberte dejado atropellar por el camión. Al menos así el que se sentiría mal sería él (el del camión y el corredor, claro).
Al final no se trata de una sana carrera, una sana competición de running a la antigua usanza. Se trata de ver quien se siente peor. La competición va de quien está más jodido, quien gasta o reparte más mala sangre en una puñetera maniobra de adelantamiento.
Bien. El primer corredor que adelanto no lleva mascarilla, el siguiente sí. Ya no sé como me tengo que sentir. Ya no sé si gané la competición al más sufriente, al más capullo o al más insolidario. Me dan ganas de mandarlo todo al carajo y empezar a correr en linea recta, recortando pero bien, rozando cabecitas. Pero soy tipo idealista y me mantengo templado.
Al llegar a la carretera de las Jubias me imagino una zona libre, pero hay una auténtica procesión de personas que andan fuera de la ciudad. Pienso: "¿Pero no es lunes?". Da igual, el tramo de dos kilómetros hasta el pasaje lo paso entrando y saliendo del carril-bici para poder garantizar los dos metros de distancia de seguridad. Unos cuantos insultos de los ciclistas por interrumpir su ritmo. Me gustaría explicarles que estoy tratando de generar una distancia con los viandantes, pero los tacos no me dejarían debatir.
Llego al Pasaje en 22:37, bien. Esa es la idea, quemar la mala leche, las sensaciones oscuras. Pero ya lo dijo Joda, optar por el camino fácil es el camino al lado oscuro. Dejarlo estar, cascar y morir es de maricas Sith. "Pues sí". No sólo me he cargado al emperador tirándolo por el agujero, sino que en vez de tener una charla amistosa y enterrar a mi padre, tambien lo he tirado por el agujero empepado y prendido en gasolina. Llego a la autopista, kilómetro 8,5 en 42:27, ritmo de 5:00. Soy consciente de que este ritmo no es para mí. La vuelta dibujará mi sonrisa de los próximos días, la sonrisa de una tendinitis.
Al llegar al Burgo me encuentro con los carteles explicativos del paseo marítimo. Al llegar al Pasaje cambias al Concello de Culleredo, que es muy poco runner friendly. Unos carteles recomiendan guardar siempre la derecha en el paseo (entonces no me puedo abrir para generar distancia). Toda la ida desde el Pasaje hasta la Autopista la he hecho mal, ya decía yo que oía demasiados elogios.
Conclusión: la vuelta es más directa si cabe al lado oscuro. Tengo que guardar la derecha y adelantar a los, aproximadamente, trescientos caminantes que hay por este paseo. Me acuerdo entonces de Kitt, y su turbo-boost. Ya se me empiezan a poner los ojos rojos, mi sable tiende también a rojizo, y empiezo a tener dificultad de respiración, no por mi ritmo, sí por mis sentimientos, my feelings, que le dicen. Al llegar de vuelta al Pasaje ya soy un padawan sith. Cojonudo. La mala leche ha sido tal, que la dificultad respiratoria me ha llevado a ponerme casco negro, voz de Constantino Romero, y capa. Ya no necesito mascarilla. La gente se aparta asustada, la distancia de seguridad se genera automáticamente por efecto de mi casco. Hago el efecto ese con los dedos y la peña, cuando me ve llegar a 50 metros, se dan cuenta de que no pueden respirar y salen corriendo. Vuelta en 42:07, ritmo de 4:57.
Al final 17 km, a 4:58. Sin dolor, sin agotamiento, tranquilos, en linea, sin conflicto, sin mascarilla, con casco y sable láser cortacabezas.
Que comodidad, chico. Es como haber parado en una cuneta después de desayunar laxante.