Dom, 31 Xul 2022, 12:08
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Bueno, pues, en la medida que la batería de este aparato que tengo entre manos me lo permita, y no se canse antes de recibir molestos y reiterativos golpecitos con mis dedos, contaré lo mucho o lo poco que me fue a mí, ayer, en la nocturna de Vilagarcía.
Era una noche cálida y animada en la gran urbe arousana. El viento del norte, gran arma secreta de esta carrera, plana sobre el papel, traía consigo ritmos caribeños que hurtaba de los muchos parques y jardines de la zona del puerto, antes de transustanciarse en cilicio de plusmarquistas espontáneos.
Entretanto los viejos caserones de indianos, fantasmagóricos, estrangulados por la hiedra y las telarañas, callaban y se dejaban lentamente envolver en tenebrosas transparencias que asomaban por entre el follaje de un descomunal arbolado, testigo seguramente de lo que en su día fueron también fortunas e infortunios descomunales.
Y pues por la ruta del carril bici, y dejando atrás las grúas y depósitos portuarios, que se agarran al cielo de la villa como queriendo, sin mucho empeño, eso sí, bajarle el telón al atardecer, parsimonioso, de la ría, nos fuimos acercando a la plaza del auditorio, horizonte de sucesos de la prueba.
El ambiente era, análogamente, cálido y festivo en grado sumo. Allí matogrosso y yo nos encontramos con tiojuan y xoixe, en lo que vendría siendo una resurrección de los míticos Albariño-Ribeiro runners, tan milagrosa como efímera.
Calentamos un poco, innecesariamente, después de tanta caminata y canícula, y nos integramos al redil de corredores que aguardaban bajo, tras y mediante, el arco de salida, inflamadas las venas y las prospecciones de conquistas deportivas.
Y sin embargo, ya en las primeras zancadas fui consciente de que mis piernas, no harían otra carrera que la que se les pudiera ir arrebatando con guiños, zalamerías y mucha mano izquierda. Un CR7 not welcome en toda regla.
Pero entonces !Hola!, me percato de que llevo al rebufo ni más ni menos que al mismísimo xoixe. Tú por aki? Lesión? Astenia primaveral de absorción lenta?
Nada de ello. El vilanovés va a realizar un cinco mil a toda mecha, y ha entendido, con buen criterio, que el ritmo papalegüense, cómodo, pero sin perderle el pulso a la carrera, es el ideal para obtener el impulso gravitatorio preciso, y en el momento señalado, lanzarse a su personal e intransferible volata de medio decámetro liso.
Una serie cosa seria, desde luego. La pérdida de la compañía de xoixe, aunque no tan amena como la de Pollastre en su día, que resolvimos el mundo (y luego vinieron la pandemia, Putin y el precio del pan a quitarnos la razón), fue igualmente grata. Su partida le asestó a mi cadencia una estocada motivacional importante.
Afortunadamente, en esa segunda mitad del recorrido, y con vuelta y media por delante, aún pude encontrar unidades desgajadas del pelotón medianero con las que enfrascarme en tiras y aflojas a cara de perro pekinés.
Así, el ritmo suave que me estás matando de los primeros compases, cual vino picado, se fue volviendo más amargo al paladar, al tiempo que el cuerpo pedía apretar con más insistencia, y acabar lo antes posible con el menesteroso martirio.
En ningún momento, en ninguno de los cruces y rotondas del circuito, pude obtener referencia de lo que hacía matogrosso. Mejor o peor con respecto al horario previsto por la organización, por ahí andaría él también, dándose brasa de la buena, al punto incluso de salirse de los radares papalegüenses, de onda corta.
Y al fin, enfilando las últimas calles con escuadra y cartabón, después de tanto giro en redondo, me dejé ir hasta la meta, siendo sobrepasado in extremis por algunas féminas que encontraron en eso justificación a sus sufrimientos.
El regreso a casa, desandando las largas y solitarias avenidas vilagarcianas, aún nos depararía alguna que otra escena llena de significado.
Grupos de mozalbetes/as/os, en tránsito a las zonas de marcha, y sentido (poco) opuesto al nuestro, se nos aparecían por doquier. Ellos, como nosotros, portaban bolsas de plástico a las que se aferraban con un acusado sentimiento de orgullo y pertenencia.
Las suyas llevaban sodas, licores y mejunjes energéticos y frenéticos. Las nuestras agua, una isotónica, una barrita de muesli y un plátano.
Antes eran los jóvenes los que consumían deporte y salud, y los carrozas los que empinaban el codo de verbena en verbena.
El mundo al revés. Usted ya me entiende.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.