Xov, 18 Set 2008, 11:01
Asunto: Re: Ultra-Trail du Mont-Blanc 2008
Hooola de nuevo!! A continuación procedo a continuar la crónica desde el punto que la dejé el día anterior (aviso previamente que es un tocho):
Una vez en Les Chapieux le comento a Chris y al periodista de la revista Oxígeno (el cual se unió a nosotros en el refugio de La Balme) que ahora se irá por una carretera duante unos kilómetros en la cual la pendiente es positivas pero suave. Considero que es el momento de relajarse un poco física y mentalmente tras la gran concentración y desgaste de cuádriceps que exigió la bajada previa a Les Chapieux. Vamos charlando durante este primer tramo de carretera y cuendo el asfalto se sustituye por la tierra del sendero nos volvemos a concentrar en la faena y ascendemos a buen ritmo el Col de la Seigne. Es noche cerrada y la densidad de gente ha descendido un poco con respecto a la subida al Col du Bonhomme. Esta subida es larga pero no demasiado técnica, con lo cual resulta relativamente fácil coger un ritmo y subir 'con el piloto automático'.
Una vez arriba (2516 mts. de altitud) descendemos sin dilación hasta Lac Combal. Allí nos encontramos con Pachu y Eva, que están en pleno proceso de 'vitaminación y mineralización'. Aquí, para mi gusto, nos entretenemos demasiado tiempo y ello me provoca quedarme frío a pesar de tomar varias sopas y té. No recuerdo quien me informa de que Kilian va de segundo.
Al emprender la marcha estoy congelado. Empieza a amanecer y en estos momentos la temperatura ha descendido espectacularmente. El terreno es llano y l aúnica manera que encuentro para entrar en calor es correr a gran velocidad. Hago aproximadamente 1,5 kms. a un ritmo cercano a los 4:00 min./km. adelantando, consiguientemente, a un montón de gente. Una vez me siento reestablecido vuelvo a recuperar un ritmo racional.
Después de este tramo completamente llano se acomente la subida al Arête du Mont Favre. Esta subida no es técnica, pero se hace más larga de lo que parece. El día comienza a clarear y con ello la temperatura a ascender. En esta subida Chris se queda un pelín atrás, pero al llegar a la cima nos reunimos de nuevo los tres. En este punto el periodista de Oxígeno (al que conozco desde el año pasado, pero que nunca me acuerdo de su nombre) nos comenta que le duele bastante una rodilla debido a una caída, en la cual además se le ha roto uno de sus bastones (no recomiendo mucho los bastones Raidlight para carreras tan largas y menos si no eres un corredor muy ligero), así que nos recomienda que no le esperemos porque nos va a ralentizar mucho en la bajada. Nos despedimos de él deseándole suerte y comenzamos a descender hacia Courmayeur a un ritmo realmente vivo. De hecho en esta bajada nos situamos entre los 350 primeros de la carrera. Al llegar al refugio del col de Checruit le informo a Chris de que no merece la pena bajar, ya que Courmayeur está cerca y no conviene perder tiempo aquí a pesar de lo sugerente que podía resultar las tres chicas que amenizaban la estancia bailando la danza del vientre. Nos bebemos un vaso de Coca-cola y seguimos descendiendo a Courmayeur, al cual llegamos en algo menos de 14 horas. Estamos ya en el kilómetro 77,5, con un desnivel positivo superado desde la salida de casi 4300 mts. y en estos momentos hemos descendido a poco más de 1100 mts. Por ahora todo marcha para lograr mi objetivo más ambicioso (bajar de las 30 horas).
El caso es que en Courmayeur comienzo a sentir pequeñas señales de fatiga. Dedico más tiempo del normal en cambiarme de ropa y comer (50 minutos) y esto es significativo de algo nada bueno. De todos modos al emprender de nuevo la marcha con ropa limpia, más ligera y cómoda me vuelvo a sentir como una rosa y, tras cruzar el pueblo ascendemos al refugio Bertone (subida medianamente técnica y bastante dura) a buen ritmo. Hace calor y Chris se resiente bastante, así que me sugiere que nos quedemos descansando un rato aquí. Yo me sentía bien para seguir hasta Bonatti, pero le ví con una gran necesidad de tomar aliento, así que nos quedamos aquí aproximadamente 20 minutos. En este tiempo me dio tiempo a hidratarme bien y comprobar como había gente durmiendo en el césped alrededor del refugio.
Cuando Chris se siente mejor nos ponemos a andar, aqun quedan unos pocos metros de asecenso antes de llegar a un sitio donde la vista del macizo del Mont-Blanc es realmente espectacular. Aquí se inicia un tramo de camino single-track muy agradecido, ya que a la maravillosa vista que nos brinda a su izquierda se une el hecho de que es relativamente llano y permite avanzar corriendo a buen ritmo.
Vídeo de esta parte:
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de todos modos empiezo a ser consciente de que algo no marcha bien. Mi ritmo es lento y me siento más cansado de lo normal para la velocidad que estoy manteniendo. Chris tampoco está muy católico que digamos pero bueno, conseguimos llegar al refugio Bonatti. Nada más llegar Chris me dice que está pensando en abandonar. Yo no me siento muy bien pero me concentro en motivarle. Le digo que de aquí hasta Arnuva es prácticamente todo bajada y que lo mejor es pensar en pequeños objetivos, que en este momento solo puede ser el de llegar a Arnuva. El caso es que consigue animarse a continuar y tras, beber y comer un poco, descendemos a Arnuva (km. 94 y 1769 mts. de altitud). En este tramo mi zancada es torpe y me siento débil. Lo cierto es que llego a Arnuva bastante 'tocado' y sin fuerzas. Miro el Gran col de Ferret de reojo y pienso: 'tal como me encuentro ahora no subo ésto ni de coña..'. Informo a Chris de que ahora soy yo el que está chungo. Me recomienda comer bien y descansar 20 minutillos sentados con la cabeza apoyada en la mesa. Hay gente durmiendo en el suelo, pero sé que si hago eso ya no me levanto hasta el día siguiente. Soy consciente de que si estas sensaciones no me abandonan pronto mi objetivo de bajar de 30 horas será inalcanzable.
Al cumplirse los 20 minutos de relax comenzamos a avanzar. Al principio voy dando tumbos y después consigo ir subiendo, aunque con malas sensaciones y a un ritmo por debajo de lo deseable. Al menos he conseguido 'poner el motor en marcha' y ahora el objetivo inmediato es coronar el Gran Col de Ferret. Esta subida es implacable. No es muy técnica pero se hace realmente larga. Aprovecho un par de momentos para grabar un poco con la cámara, ya que me parece un punto interesante de la prueba y la visión de lo que vamos dejando atrás también resulta asombrosa. Hago algún que otro comentario mientras grabo y en mi voz se refleja claramente la paliza que llevo encima.
Vídeo de la subida:
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Poooor fin llegamos al techo de la prueba: El Gran Col de Ferret (2537 mts. de altitud). Aquí Chris y yo nos paramos y le informo un poco de lo que nos vamos a encontrar a continuación. Me encuentro un poco mejor, pero solo eso..
Vídeo de la llegada al Gran Col de Ferret:
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Comenzamos a descender hacia La Peule corriendo. El ritmo no es fuerte pero ya es para darse con un canto en los dientes el hecho de conseguir correr con lo mal que me siento. Me motiva pensar que al llegar allí podremos para a comer algo y recuperarnos un poco. La bajada no es complicada. De hecho es un sendero ancho y sin gran inclinación (menos mal). de todos modos al ritmo que vamos la llegada a La Peule se hace eterna. Cuando al fin arribamos allí se nos cae el alma a los pies al comprobar que lo único que hay allí son dos personas que te ofrecen vasos de agua a la vez que te informan de que el próximo avituallamiento serio es el de La Fouly (a 6 kms. de distancia). Nos sentamos en la hierba a recuperar más la moral que el resuello. A estas alturas ya hemos descartado el objetivo de las 30 horas y comentamos que debemos estar contentos si acabamos en menos de 35. Yo solo espero y deseo que en algún momento empiece a sentirme mejor..
Vídeo de este 'momentazo':
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Una vez mentalizados en que no quedará más remedio que aguantar, seguimos descendiendo hacia La Fouly. Aquí el camino no es tan benévolo y como las piernas no responden bien, el ritmo que mantengo es bastante 'ramplón'. Al desembocar ne la carretera que me conduce al avituallamiento coincido con un chico españól que va caminando muy despacio. Me dice que está lesionado (tiene un dolor casi insoportable en una de sus tíbias) y que no tendrá más remedio que abandonar al llegar al avituallamiento.
vídeo de la llegada a La Fouly:
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En La Fouly me lo tomo con calma. Me alimento bien y bebo bastante. Recuerdo que, aunque parece que está al lado, se tarda un montón en llegar a Champex. Por lo menos a estas alturas, tanto Chris como yo tenemos claro que a Champex-lac llegamos.
Al salir de La Fouly la hipotermia me vuelve a atacar, así que vuelvo a poner el práctica lo mismo que en Lac-Combal. Me pongo la cazadora y echo a correr a ritmo fuerte a pesar de no sentirme con muchas energías. Mientras estoy haciendo lo primero le comento a Chris que quiero acabar la carrera como sea por varias razones. para mi terminar la carrera no era solo una cuestión de realización personal, sino que deseaba dedicarle la carrera a mi novia, que tanto me había apoyado en los meses previos de preparación y me estaba apoyando durante el transcurso de la prueba enviándome mensajes al móvil frecuentemente. Otra de las razones es que no quería defraudar a toda la gente que me había dedicado palabras altamente motivantes y las cuales a su vez me han transmitido su propio entusiasmo por mi reto, desde, por supuesto, mi familia, hasta mis compañeros de escalada en Climbat, compañeros de trabajo y, como no, todos vosotros. En aquellos momentos todas estas razones me daban las fuerzas necesarias para no sucumbir.
Los kilómetros siguientes son 'un tostón'. Más que nada porque uno ya tiene en la cabeza Champex-lac y, sin embargo la ruta te hace ascender a un bosque desde La Fouly para, después de varios kilómetros de subidas y bajadas, volver a descender a la carretera y hacer unos cuantos kilómetros por ésta hasta donde comienza el sendero de subida a Champex-lac. En este punto me encuentro a Pablo. Me acompaña unos metros para comentarme que se ha retirado del CCC en Champex-lac y que ahora está esperando a unos amigos que están haciendo el UTMB para darles ánimos desde allí. Mientras charlo con Pablo, Chris se ha distanciado por delante y llego a perderlo de vista. Mi sorpresa es mayúscula cuando, una vez que me he despedido de Pablo, me lo encuento sentado en el margen izquierdo del sendero con mala cara y me dice que no va a tener más remedio que abandonar. Se ha lesionado el abductor de la pierna derecha y no es capaz de levantar la pierna. Le pregunto si se ha hidratado bien, ya que muchas veces ésto suele pasar por falta de hidratación, pero me confirma que sí. Aun así se toma un gel y decidimos esperar unos minutos para ver si se le pasa.
el tiempo pasa y no mejora. Finalmente me insiste en que no puede continuar así y toma la durísima decisión de retirarse (estamos en el km. 118 aproximadamente). Yo lo siento enormemente por él. La sensación de impotencia me invade porque ahora no se trata de darle palabras de aliento para continuar. Chris ha sido un compañero de aventura excepcional y se merece terminar la carrera después de todo lo superado hasta el momento. Pero hay que asumir que ante una lesión no hay nada que hacer y no hay más remedio que afrontar la realidad de que otro año será. Nos damos un abrazo y me desea suerte para lo que debo afrontar en adelante. Le veo alejarse renqueando cuesta abajo en busca de gente de la organización a la que notificarles su abandono.
Creo que debido a la rabia que sentía por la situación vivida comence a ascender a un ritmo endiablado. Me preguntaba de donde estaba sacando las fuerzas, pero lo cierto es que mi ascenso no tenía nada que envidiarle al que hice un mes antes entrenando por allí. Tan solo me detuve un momento para colocarme el frontal, ya que estba anocheciendo y el bosque es tan frondoso que la oscuridad lo invadió todo rápidamente. Esta subida es un caos total debido a que el sendero no es directo a Champex-lac. A veces hay que bajar un poco, volver a subir, salirse del sendero e ir por encima de raíces de árboles,..lo que hace que uno se sienta un tanto desorientado. Aun así voy como una moto y me planto en Champex-lac (km. 123 y 1477 mts. de altitud) en tiempo récord desde el punto en que retomé el ascenso.
Una vez allí me relajo bastante y se me pasa la euforia con la que hice la subida. Lo cierto es que me relajo demasiado pero es que el cuerpo me lo empezó a demandar con fuerza. Allí dentro hacía buena temperatura y el avituallamiento consistía en una carpa enorme en la cual había un gran ambiente. Me encontré con amigos españoles que también se lo estaban tomando con la misma calma que yo. Para mi el objetivo era ya solo el de terminar la carrera administrando la ventaja que llevaba con respecto al tiempo máximo dado por la organización. Creo recordar que eran poco más de las 21:00 horas y la hora máxima establecida para llegar a Champex-lac eran las 3:00 de la madrugada, con lo cual tenía cerca de 6 horas de margen en aquellos momentos. Ceno tranquilamente y después me voy a cambiar de ropa. Soy consciente de que estoy muy torpe; se me cae la ropa al suelo, no tengo muy claro qué comer, me cuesta decidir con claridad,..pero bueno, voy haciendo todo lo necesario para continuar. Enciendo el móvil y me llegan 5 mensajes de mi novia, lo cual me alegra enormemente. También llamo a mi hermana para ponerla un poco al corriente de cómo va la cosa. La verdad es que no tengo ninguna prisa por seguir.
Xavi Capdevila (también del equipo The North Face) me dice que también está solo, así que decidimos continuar la aventura los dos juntos. Nos mentalizamos para lo que queda (un maratón de montaña con la subida a tres collados) y, una vez nos despedimos de su familia, nos pertrechamos y salimos caminando del avituallamiento. Creo que en total debí permanecer allí una hora y media por lo menos.
Cruzamos Champex-lac caminando mientras charlamos. Después se baja por un camino ancho, pero sigue sin pasársenos siquiera por la cabeza la idea de empezar a correr. Más adelante nos espera la subida de Bovine, la cual es quizás la más técnica de todo el Utra-trail.
Comenzamos la subida y tratamos de mantener un ritmo constante y sin pararnos en ningún momento. Por el camino nos encontramos gente en los márgenes que se ha detenido a descansar. En un momento dado percibo que xavi se va de lado hacia el borde del camino. Le sujeto por la mochila y en ese momento exclama: ¡Puf, me estaba quedando dormido!. En mi caso no siento tanto el sueño (lo cual no deja de sorprenderme) pero la cabeza no me funciona demasiado bien. Tengo pensamientos oníricos mientras estoy despierto. Lo curioso es que soy consciente de ello pero no puedo evitarlo. Recuerdo que hubo un rato que pensaba que las piedras blancas del camino eran guerreros del imperio de la Guerra de las Galaxias y yo los iba pisando (menuda paranoia..). A su vez la luz del frontal me engañaba y veía, sobre todo la vegetación, un poco distorsionada. En cualquier caso, mientras no me entrara el sueño, todas estas alucionaciones no me preocupaban en absoluto. La subida es especialmente dura y en algunos casos hay que ayudarse de las manos. Realmente es lo que se puede denominar en sentido estricto 'un camino de cabras'. Afortunadamente el tramo final antes del refugio de Bovine es más llevadero. al fondo a la derecha se comienzan a vislumbrar las luces de Martigny.
La parada en este refugio no me sienta muy bien porque vuelvo a quedarme frío. Me tomo un par de tés calientes pero no me hacen demasiado efecto. Al menos la parada es breve y al poco de ponerme en marcha vuelvo a entrar en calor. La hipotermia, junto con la lesión son los mayores peligros que corro en todas las carreras, ya que son los motivos que verdaderamente me hacen plantear en serio el abandono. Afortunadamente por el momento estoy saliendo airoso de las situaciones de 'tembleque' que estoy sufriendo. Lo 'bueno' es que después del refugio se sigue subiendo hasta collet Portalo. Es menos de un kilómetro, pero más que suficiente para entonarse de nuevo. Una vez arriba (2049 mts. de altitud) comienza una larga bajada que cuando hice el entrenamiento hace un mes bajé a velocidad meteórica, pero que ahora a duras penas logro hacer con el mínimo imprescindible de precisión en mis movimientos. El tramo hasta el Col de la Forclaz se me hace interminable (4 kms. y 500 mts. de desnivel negativo) y al llegar aquí le digo a Xavi que necesito descansar porque tengo los cuádriceps destrozados. También me siento muy débil y con la moral muy baja. Es increíble comprobar como una bajada puede llegar a destrozarte más que la subida más exigente. Me siento encima de un tronco de árbol y con la cabeza agachada trato de reponerme. El problema es que en apenas dos minutos empiezo a temblar otra vez. Se que si no me pongo en marcha la hipotermia puede hacerme abandonar la prueba. Xavi me pregunta si voy a seguir y yo le digo que vaya tirando él, que si yo finalemente tengo que abandonar ya me buscaré la vida. Se despide de mi y me quedo solo, con un frío terrible y casi sin fuerzas. Soy consciente de que estoy pasando por el bache más duro de toda la carrera. Aun quedan dos subidas muy fuertes hasta la meta y ahora mismo no me siento ni con fuerzas de hacer un kilómetro. Saco una barrita energética y, aunque no tengo hambre, le doy un par de bocados. Consigo levantarme y me muevo un poco. En ese momento aparece un grupo de cuatro o cinco personas que también se para en el mismo sitio. Permanecen un par de minutos allí reajustando el material y, cuando se ponen en marcha decido unirme a ellos con mi cuerpo sin parar de temblar. Al principio el camino es llano pero su ritmo medio me ayuda a entrar en calor. El hecho de dar el paso de continuar me anima lo suficiente como para que de repente me sienta más fuerte. Es curioso como funciona el cuerpo y la mente porque en apenas cinco minutos ya había adelantado a mi improvisado grupo de acompañantes y estaba bajando como un meteorito hacia Trient.
Al llegar al avituallamiento de Trient el ambiente era bastante festivo. ello me animó todavía más. Busqué a Xavi y lo encontré en plena labor de 'llenado del depósito de combustible'. Le comento lo que hice para recuperarme y le digo que me deje tiempo para tomar un par de sopas y un poco de té y que estaré listo para afrontar la subida de Catogne.
La subida de Catogne tiene casi 5 kms. y se asciende algo más de 700 mts. pero resulta 'llevadera' porque no es técnica y puedes ir subiendo a buen ritmo sin tener que mantener excesiva concentración. Quizás su lado malo es que, precisamente por ésto es muy fácil quedarse dormido. De hecho a Xavi le sucede de vez en cuando y decidimos que la mejor fórmula es que vaya yo delante de él sin sacarle demasiada distancia y tratando de mantener un mínimo de conversación. Se sube a 2011 mts. y después se acomete la bajada a Vallorcine. Esta bajada tiene algo que no me gusta y todavía no sé identificar lo que és. El inicio del descenso coincide con el amanecer. Hace un frío que pela y no tengo intención de pararme para nada. Voy con la cazadora puesta y con la cabeza cubierta con la capucha para retener el mayor calor posible. También procuro respirar expulsando el aire dentro de la cazadora para introducir aire caliente en el pecho. Mi ritmo es lento porque las rodillas me duelen una barbaridad. Lo peor es que el tema todavía se pone más chungo cuando en un paso nada complicado se me tuerce la rodilla derecha y siento un dolor agudo en el lateral externo de la misma. A partir de entonces se me hace casi imposible correr cuesta abajo. Aun así me fuerzo a hacerlo porque si nó me va a parecer que Vallorcine está en el fin del mundo. Los últimos kilómetros hasta llegar al avituallamiento son un rollo. Sendero ancho sin nada en especial que hago 'corriendo' a un ritmo de risa.
Poooor fin llego a Vallorcine. El ambiente es frío aquí. Además el cielo está nublado esta mañana. Aprovecho para comer y beber un poco y para ir al baño. Depués me siento mientras Xavi va al baño también y, cuando ya estoy a punto de quedarme dormido aparece para proponerme que sigamos. La pereza me invade pero me levanto, me pongo la mochila y salimos de la carpa. El siguiente paso es completar la subida tendida al Col de Montets para, a partir de allí, hacer la hiper-mega-super-subida de La Tête aux Vents (2130 mts. de altitud). La subida al col de Montets es puro trámite. Estando fresco se puede hacer prácticamente todo corriendo pero, en el estado en el que nos encontrábamos dimos por bueno hacerlo caminando rápido. Por otra parte mi rodilla derecha está inflamada y ya no me permitirá prácticamente volver a correr en lo que queda de carrera.
Una vez en la base de la subida invertimos unos segundos en mentalizarnos y...¡venga!¡para arriba!.
Me coloco delante y voy tirando a buen ritmo. El terreno es técnico estilo Bovine, aunque aquí el paisaje es abierto y uno puede alegrar la vista mirando de vez en cuando hacia la izquierda para admirar el glaciar de Argentiere y una parte del Mer de Glace. Mantenemos un ritmo muy vivo hasta que decidimos detenernos en mitad de la subida a comer un poco. es la primera vez en toda la carrera que no hago una subida del tirón, pero ambos estamos un poco desfallecidos. Abro una Mule Bar (de las que me habían dado en la reunión de The North Face) pero me resulta imposible acabármela (cada barrita de estas llena tanto como comerse un filete). Al cabo de cinco minutos de habermos detenido nos volvemos a poner manos a la obra. Una vez completada la parte de mayor inclinación de la subida Xavi me comenta que luego bajando prefiere ir corriendo, ya que en Chamonix le está esperando su familia. Yo le digo que no me espere, que mi bajada va a ser muy lenta por culpa de mi rodilla y que puede ser desesperante para alguien que no tenga el mismo problema. Ya antes de acometer la bajada Xavi se distancia por delante y ya no volveré a verle. Yo voy administrando mis fuerzas a la vez que supero las zonas técnicas con sumo cuidado para no agravar mi problema de rodilla. cuando veía que le terreno era medianamente llano y sin piedras trataba de correr un poco, pero en total debí correr algo menos de un kilómetro de los 3,5 que hay desde la cima de Tête aux Vents hasta La Flegere.
en La Flegere cometo un error garrafal. Bebí un vaso de Coca-cola y no me preocupé de rellenar el Camel-bak ni el bidón (ya estoy llegando, pensé). El caso es que la temperatura comenzaba a subir y yo estaba haciando toda la bajada a Chamonix andando. Al cabo de un rato ya me había quitado la cazadora y estaba descendiendo en manga corta. El sol apretaba y mis reservas de líquido se habían agotado. En condiciones normales se tarda unos 40 minutos en llegar a Chamonix desde La Flegere, pero el ritmo que imponía mi rodilla me hacía estimar que el tema me llevaría más de dos horas. Me salva el hecho de que en el trayecto se cruzan un par de riachuelos y aprovecho para beber de ellos. No se si el agua es buena, pero en aquellos momentos me valía cualquier cosa líquida.
Según voy perdiendo altitud me voy encontrando más y más gente que me dedica palabras de ánimo. Yo solo pienso en cuándo el terreno deja de ser de tierra para convertirse en asfalto, ya que psicológicamente es la señal que necesito para saber que realmente estoy llegando. la bajada se me hace interminable y, cuando por fin piso el asfalto, me resulta difícil contener las lágrimas. el gentío que anma a los corredores va en aumento y, al entrar en las calles de Chamonix es impresionante. Me cuesta describir lo que se siente con todo el pueblo volcado en felicitarte mientras recorres las calles principales de Chamonix después de realizar el esfuerzo más monstruoso de toda tu vida. La emoción que siento hace que me sienta más vivo que nunca. Al entrar en meta (43 horas y 56 minutos después de tomar la salida) me siento feliz conmigo mismo por haber conseguido superar el reto a pesar de las adversidades y las malas sensaciones que me acompañaron desde el km.90. Sobre todo la de haber tenido la fortaleza de cambiar mi objetivo más ambicioso cuando en Arnuva mi cuerpo dejó de responder por el de conseguir ser finisher, cuando lo más lógico y normal en esa tesitura es abandonar. Al llegar me extrajeron el chip del dorsal y me obsequiaron con un chaleco de finisher del UTMB. Tras charlar con unos amigos de los 101 de Ronda que acababan de hacer La Petite trote de Leon me encontré a Chris (que me felicitó efusivamente por haber acabado) que me acompañó hasta el hotel. Después me despedí de él y me di el baño y posterior siesta de mi vida. Me perdí la entrega de trofeos pero bueno, a las 20:00 quedé con Lucy (flamante vencedora del CCC) y sus amigos para cenar y después, incomprensiblemente, estuve en un karaoke hasta la 1:30 de la mañana (creo que era el único finisher del UTMB que andaba por ahí a esas horas).
A la mañana siguiente desayuné de nuevo con ella y nos dimos una vuelta tras cancelar el plan de rafting que teníamos contratado (creo que ya iba a ser demasiado 'pal body'). Al mediodía concidí en el autobús a Ginebra con pachu y con Eva, los cuales me confirmaron que llegaron a la meta y fuimos cambiando impresiones sobre el desarrollo de la prueba. También sobre la Integral de Picos de Europa, a la cual seguramente voy el año que viene.
En el aeropuerto me encuentro con álex y Bárbara, así como unos cuantos españoles más que participaron en la prueba. Una vez en Barcelona me despido de todos ellos y al salir me recibe un abrazo enooorme de mi novia que resultó ser el mejor colofón posible para esta experiencia inolvidable.
Bueno, a los que hayáis logrado llegar hasta aquí leyendo espero que no os haya resultado demasiado tostón. Muchas gracias a todos por vuestras palabras de apoyo y felicitaciones tras la carrera.
Un abrazo!!!
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