Mon, 16 Jan 2023, 19:46
Post subject: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Como ya he comentado en otros diarios (seguramente el de Freaky y/o Meigalicix, y para de contar, que es en los únicos que me dejan entrar a gorronear ferreros rocher y calefacción, sin pedirme el carnet de galgo) este mes, mitad diciembre, mitad enero, ha sido un completo sindiós por causa de una mudanza no consentida y no binaria. Podría decir que desahuciaron a Papa-Léguas de su humilde morada de Sparkland, pero no caeré en el tremendismo. A fin de cuentas, ya me encontré otro chabolo, a igual o incluso menor distancia del parque de la Lonia.
Esa es la razón de no haber escrito ni intervenido nada (o casi nada) en las últimas semanas, amén de otras inapetencias varias, que no procede enumerar.
Y es una pena, pues en estos días, en los que llegué a participar en tres carreras, o lo que es lo mismo, tres fines de semana consecutivos, amasé un nada despreciable buen estado forma, pico anual sin lugar a dudas, y buenas actuaciones, sobre todo la de la Sansilvestre ourensá, que bien hubieran valido para presumir una pizquita de nada.
Lamentablemente, al tiempo que mejoraban mis prestaciones, lo hacían también las quejumbrosas molestias de mi cadera izquierda, malhadada y mal curada, recuperada a contrarreloj para el Sanmartiño y luego de ello, arrojada a la brega ininterrumpida, fuera del paraguas protector de una sabia precaución y el necesario reposo, y la molicie, tan munificentes.
Tampoco ayudó el andar transportando milicientos cachivaches, ni el batallar contra cajas de cartón infinitas que exigían brazos y continuos desplantes a las leyes más elementales de la ergonomía. Más y más metros cúbicos que había que reducir a metros cuadrados en una ecuación de primer grado, y subsiguiente desagrado, que ni se la hubiera creído el mismísimo Mies Van der Rohe.
Y es por ello que, en estas últimas fechas, más de ahora, me veo obligado a echar el freno y bajar la tralla en general que mi cuerpo, en sus fases tempranas de decrepitud, sufre a causa de ello. Eso sí, dejando un caudal mínimo biológico, que ni me da siquiera para acercarme a parques o jardines de mi predilección, pero que me mantiene con vida en espera de una siguiente crecida, suponiendo que esta llegara a producirse.
Aprovecho además esta época, que para mí es de pocas y poco cuantiosas transacciones atléticas, para bajar la actividad, aunque no me sale gratis del todo. Me pierdo Boborás y era una clásica en mi calendario.
Pero no, mi cadera se encabrita con particular animosidad en los tramos cuesta arriba, y la mentada carrera es, a ese respecto, una auténtica terapia de choque.
Vale más nadar, y guardar la ropa, en este invierno trucho de las narices, un completo desconocido, tan inusitadamente calenturiento y tan echado en brazos de una pluviosidad malsana. De lo de lo de salir a correr sin que el barro nos sal-pique ya ni hablamos.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.