Lun, 07 Set 2009, 12:24
Asunto: Re: Ultra Trail del Mont-Blanc 2009
Hola a todos!!
Una vez ya plenamente recuperado os relato como se desarrolló esta nueva edición del UTMB:
Esta vez decidí llegar a Chamonix con dos días de antelación con el objetivo de hacer un poco de turismo y tomarme las cosas con calma. Así que el día 26 ya tenía el dorsal, la camiseta y demás y tan solo me faltaban los trámites a realizar el propio día de la carrera.
El día 27 subí al Auguille du Midi y a la punta Helbrunner. Una excursión más que recomendable, ya que permite una visión privilegiada del entorno más alpino del macizo del Mont-Blanc. Ese mismo día por la tarde llegaron amigos míos que también iban a participar en el UTMB y pasé la tarde con ellos dando vueltas por Chamonix.
El día "D" me levanté sobre las 10. Desayuné tranquilamente en el hotel y después volví a la habitación a descansar un rato. La verdad es que me pasé descansando toda la mañana, hasta que me llamaron unos amigos para dar una vuelta por le Ultra-trail Show e ir a comer a la Pasta Party. A las 13:45 ya estábamos en la cola para comer, soportando un sol de justicia con la intención de comer rápidamente y tener más tiempo por la tarde para dormir la siesta. El caso es que, contradiciendo al programa, abrieron el restaurante a las 14:30 en vez de a las 14:00. En ese momento ya estábamos todos sudando como pollos. En fin..
Después de comer volví al hotel y nos emplazamos de nuevo a las 17:15 para dejar las bolsas de Courmayeur. Este trámite resultó infinitamente más ágil que el año pasado y esta vez me permití el lujo de dormir unos 20 minutos antes de la carrera.
A las 18:00 estábamos ya en la zona de salida. El ambiente, como siempre, impresionante. Las caras de los corredores transmitían una gran emoción a la vez que respeto por el reto a afrontar. Alrededor del Mont-Blanc se vislumbran una nubes amenazadoras, aunque por megafonía nos anuncian buen tiempo durante los dos días siguientes, lo cual resulta tranquilizador. Al menos por ahora la temperatura es buena y me permito tomar la salida con camiseta sin mangas.
Con total puntualidad y con la tradicional música de Vangelis como despedida, a las 18:30 se da la salida. Este año me coloqué más atrás, lo cual hizo que progresara andando por todo el centro de Chamonix. La gente nos despedía como auténticos héroes ("alé alé!!", "bravo bravo!!" y "courage!!" eran las palabras más jaleadas).
Una vez en el extra radio de Chamonix empecé a correr. Fui al ritmo que tengo más que memorizado para carreras de larga distancia. Sin prisa, pero sin pausa y de lo más económico. Me mantengo corriendo en los llanos, subidas suaves y en las bajadas, pasando a caminar rápido en los repechos más pronunciados. Mis amigos progresan delante y agradezco ir solo. La verdad es que prefiero hacer mi carrera al 100%, sin esperar a nadie, ni que me esperen.
Al llegar a Les Houches decido no parar. Tengo la carrera plenamente visualizada en mi cabeza y este avituallamiento, como algún otro, no entra en mis planes. Poco después de Les Houches comienza la subida a La Charme. Camino a buen ritmo aunque pasando bastante calor (la decisión de salir con camiseta sin mangas fue de lo más acertada). Durante este camino soy alcanzado por mis amigos, los cuales seguramente se pararon en Les Houches. Me adelantan de nuevo quedando en que ya nos encontraríamos.
Poco después de coronado el collado de La Charme toca encender el frontal. La bajada es bastante traicionera y es recomendable tener la mejor visión posible del terreno. Aquí algunos se detienen a abrigarse. Yo aun tengo bastante calor y estimo que el mejor momento para hacerlo será en La Balme.
Me planto en Les Contamines en 4 horas 20 min. Allí me encuentro a uno de mis amigos. Me comenta que ha bajado el pistón y que prefiere ir a un ritmo más suave. Le adelanto con la idea de que irá conmigo pero, al cabo de unos metros, ya se ha quedado atrás.
Entre Les Contamines y La Balme hay poca historia. Solo que la atmósfera se está empezando a enfriar y a ratos caen unas gotas de lluvia. Tras casi 6 horas llego a La Balme (km. 39). Allí me tomo un par de sopas y bebo varios vasos de té. Lleno el bidón de bebida isotónica y me pongo la camiseta térmica. Ha dejado de llover y creo que será suficiente. La cazadora la dejo para más adelante.
Comienza la subida al Col du Bonhomme. Subida técnica y larga que afronto pletórico de fuerzas. A partir de los 2100 mts. de altitud el tema se empieza a poner feo. Hace un poco de viento y la niebla cada vez es más espesa y húmeda. Al llegar a la Croix du Col du Bonhomme comienzo la bajada a Les Chapieux con mucha cautela. La niebla es muy espesa y la luz del frontal se difumina a tres palmos de la cara, lo cual impide ver el suelo con claridad. También resulta difícil seguir las balizas, ya que éstas están demasiado distantes para la poca visibilidad que hay. esto último provoca que un pequeño grupo nos desviemos del camino marcado y cojamos uno más técnico en el cual se suceden varias caídas (entre ellas una mía). Al darnos cuenta del error remontamos de nuevo unos 50 mts. y, tras un rato vacilando, por fin damos con la senda correcta.
Por ahora las zapatillas TNF funcionan correctamente, mostrándose estables, con buen agarre y sujeción del pie, tras un apaño que me inventé para que el sistema BOA fuera más efectivo en la parte baja del empeine.
Tras salvar 400 mts. de desnivel negativo, se recupera la visibilidad y sube un poco la temperatura, lo cual hace que el último tramo de bajada a Les Chapieux se haga más agradable, a pesar de ser una bajada un tanto "rompe piernas", por lo larga e inclinada que resulta.
En Les Chapieux de nuevo parada de Fórmula 1. Un par de sopas, un par de tés, me puse la cazadora, principalmente para subir el Col de la Seigne y pasar por el frío y húmedo Lac-Combal, y eché a andar por la carretera que, en suave ascenso, conduce al inicio del Col de la Seigne. Este tramo es para relajarse tras la tensión de la bajada a Les Chapieux y, aunque podría hacerse buena parte del mismo corriendo, realmente merece más la pena coger fuerzas para lo que viene después. Ya van 50 kms. de carrera y llevo casi 8 horas y cuarto dándole.
Si en el Col du Bonhomme se veía poco, en el Col de la Seigne no se veía nada. Al menos el terreno no es tan técnico y el ritmo se mantiene con mayor facilidad. El frío y el viento aumentan a medida que se sube y la cima del collado se presenta de lo más desapacible. Tras el preceptivo control inicio el descenso hacia Lac-Combal a buen ritmo. La bajada exige estar atento, pero no tanto como bajando a Les Chapieux.
Una vez en Lac-Combal me apresuro a tomar las sopas y el té para no quedarme frío pero, aun así, salgo corriendo de allí temblando. Para combatirlo, al igual que el año pasado, me marco un sprint de unos 500 mts. por el llano y, cuando ya me siento templado, retorno al ritmo normal. Bueno, ya solo queda la subidita del Arete de Mont Favre y la bajada a Courmayeur.
Amanece mientras asciendo y no puedo evitar mirar hacia atrás para contemplar el Mont-Blanc iluminado por los primeros rayos de sol de la mañana. Tras corona el Arete de Mont Favre comienzo la bajada hacia Checruit, donde tengo muy claro que no voy a parar. En esta bajada comienzan los problemas. Siento que las plantas de los pies comienzan a arder y ,tras pasar por Checruit y comenzar la bajada a Courmayeur ya me siento forzado a caminar cuando la inclinación de la pendiente es muy acusada.
A pesar de todo llego a Courmayeur sobre las 8:15 de la mañana, tras 13 horas 48 minutos de travesía. Aunque llego con la intención de pasar allí como máximo 20 minutos, la obligatoriedad de ponerme Compeed en los pies e ir al baño hacen que el avituallamiento se extienda hasta los 40 minutos. Allí me encontré con dos de mis amigos, los cuales, tras 20 minutos conmigo, decidieron emprender la marcha de nuevo.
En Courmayeur cometo el error de la carrera, el cual no fue otro que interpretar que el problema en los pies era por culpa de los calcetines y no de las zapatillas, con lo cual, tras cambiarme solo los calcetines reanudo las marcha con las mismas zapatillas, a pesar de que tengo unas Inov8 y unas Trabuco en la bolsa.
Inicio la subida hacia el refugio Bertone sin prisa. Ascendiendo no tengo problemas y confío en que el problema ya está solucionado. Esta subida es bastante larga y, sobre todo, el desnivel a superar, muy alto. Comparto parte de la ruta con Keith Byrne (Jefe de Márketing de The North Face), pero él sube más rápido que yo y finalmente decido que es mejor que vaya cada uno a su ritmo.
Al alcanzar el refugio Bertone, tras el control, decido no parar en el avituallamiento. Los encargados del control se sintieron contrariados pero era una decisión que tenía preestablecida ya que ahora tan solo quedan salvar unos 10 mts. de desnivel positivo y después ir por un single-track de toboganes hasta el refugio Bonatti. Fue en este single-track donde me di cuenta de que la cosa no iba bien. Me resultaba muy dificultoso de nuevo correr en las bajadas, ya no solo por los pies, sino también porque los cuádriceps me dolían una barbaridad. Entonces es cuando fui consciente de que el problema verdadero eran las zapatillas. Son muy buenas para larga distancia pero no cuando el desnivel es tan acusado como en una carrera como esta. "La madre del cordero" es que cuando te las calzas notas que el pie va levemente inclinado hacia abajo (como si tuvieran un pelín de tacón). Esto es muy beneficioso en las subidas e incluso en los llanos, pero nefasto en las bajadas largas. El caso es que este matiz me había hecho polvo primeramente los pies y, posteriormente, los cuádriceps.
Llegué a Bonatti un tanto desanimado. Sabía que a continuación me enfrentaría de nuevo a un tramo largo de bajada hasta Arnuva en el cual iba a sufrir.
En Bonatti permanecí tan solo 5 minutos. El tiempo justo para beber de una fuente (estaba harto de la bebida isotónica), tomarme un par de sopas y un plátano.
Inicié la marcha tratando de correr cuando el perfil lo permitía, pero iba extremadamente lento y los dolores eran muy fuertes. Comienza a adelantarme la gente, entre ello Keith, al cual yo había vuelto a adelantar a no detenerme en Bertone. Finalmente decido caminar en el tramo final de la bajada a Arnuva. Aquí fue cuando, en un minuto tomo firmemente y con gran frialdad la decisión más difícil. Cogí el teléfono y le comuniqué a mi novia que me iba a retirar al llegar a Arnuva (km. 94). Sabía que el Col de Ferret lo iba a hacer sin problemas, pero que la bajada a La Fouly me iba a destrozar los pies y las piernas, así como todas las demás bajadas que me iba a encontrar hasta Chamonix.
No voy a engañar a nadie. Mi objetivo este año era hacer menos de 35 horas y en esos momentos estaba en condiciones de tan solo conseguir finalizar la carrera tras un largo sufrimiento y con riesgo alto de acabar lesionado seriamente. El año pasado ya conseguí ser Finisher de esta carrera. Este año para conseguir lo mismo no me compensaba el alto precio a pagar por ello, así que, tras poco más 18 horas y 20 minutos de travesía comunico a los miembros del control de Arnuva que me retiro.
En fin, aquí acaba la historia. El resto del tiempo en Chamonix fue disfrutar de la carrera desde fuera, ver llegar a la gente a la meta, felicitar a mis amigos (todos acabaron), estar en la entrega de premios, charlar con Kilian, Sebastian Chaigneau, Kristen Moehl (flamente vencedora), Lizzy Hawker (2ª), Mónica Aguilera (3ª, a pesar de perderse 40 minutos en el Col du Bonhomme),.. y contagiarme del ambiente festivo de ese día.
Bueno, otra vez será. Ahora estoy verdaderamente contento de la deción tomada ya que ya he podido volver a entrenar, con más fuerza y motivación que nunca!!!!
Abraciño!!
trackintrails.com/